Los mexicanos acuden a las urnas para votar por un nuevo presidente este domingo en unas elecciones que previsiblemente darán el poder a un político antisistema que podría inyectar una nueva dosis de nacionalismo en el gobierno y agudizar la división con los Estados Unidos de Donald Trump.
El ex alcalde de Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, ha liderado las encuestas de intención de voto durante toda la campaña y sería el primer líder de izquierdas en asumir la presidencia en décadas en México si derroca al centrista Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Segundo en los comicios de 2012 y 2006, López Obrador se presenta a sí mismo como el único hombre capaz de limpiar una clase política cuya credibilidad está por los suelos por la corrupción, los altos niveles de delincuencia y años de flojo crecimiento económico.
“El nuevo presidente de México tendrá autoridad moral y política para exigir a todos que se comporten con integridad y hagan de la honestidad una prioridad”, dijo López Obrador en el acto de fin de campaña en un estadio de fútbol de la capital mexicana el miércoles.
La ley prohíbe que el actual presidente, Enrique Peña Nieto, busque la reelección. En cualquier caso, su popularidad se desmoronó cuando se vio salpicado por las investigaciones sobre presuntos conflictos de interés y escándalos de malversación que implicaron a los principales responsables del PRI.
Haciendo campaña de forma incesante por todo México durante los últimos 13 años, López Obrador ha asistido a ascensos y caídas de carreras políticas a medida que los partidos tradicionales se han visto consumidos por los problemas sociales y económicos del país y la responsabilidad del poder.
“Esperemos que México cambie”, dijo Oswaldo Ángeles, de 20 años, un partidario de López Obrador de Atlacomulco, un antiguo bastión del PRI a unos 90 kilómetros de Ciudad de México y la ciudad natal de Peña Nieto. “En este momento, no sabemos si estamos yendo o viniendo”.
López Obrador, de 64 años, no ha sido muy preciso en los detalles de sus políticas. En un intento de obtener el apoyo de nacionalistas económicos, liberales de izquierda y conservadores sociales, promete reducir la desigualdad, mejorar los salarios y el gasto en bienestar, así como tener un presupuesto ajustado.
Claro oponente de la agenda económica del gobierno, sus
críticas ha sido atemperadas por asesores amistosos con los sectores empresariales.
Sin embargo, ha tanteado la idea de convocar referendos para resolver cuestiones que generan gran división como la de continuar con la apertura al capital privado de la industria de los hidrocarburos mexicanos que comenzó Peña Nieto.
Sus rivales Ricardo Anaya, ex líder del Partido de Acción Nacional (PAN) de centroderecha que encabeza una alianza de derecha-izquierda, y el candidato del PRI José Antonio Meade, un exministro de Hacienda, difieren solo en matices en su apoyo a la reforma energética.
Sus esfuerzos por atrapar a López Obrador se han visto obstaculizados por ataques mutuos, algo que ha permitido al primero lograr una ventaja que algunos sondeos de intención de voto sitúan en más de 20 puntos porcentuales.
Anaya y Meade representan además a los dos únicos partidos que han gobernado en el México moderno.
AMENAZA TRUMP
Si gana las elecciones presidenciales, López Obrador se enfrentará a una coyuntura más dura en materia de seguridad que Peña Nieto. La campaña electoral ha sido la más sangrienta en la historia reciente y los atentados mortales están en niveles récord.
El próximo presidente también heredará las disputas con el presidente estadounidense Donald Trump en áreas como migración y comercio, al no estar resueltas todavía las negociaciones para modificar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que ha presionando al peso mexicano.
Trump ha amenazado con lanzar a América del Norte a una costosa guerra comercial por el TLCAN y su insistencia en que México pague por el muro que pretende erigir en la frontera ha enfurecido profundamente a muchos mexicanos.
López Obrador ha mostrado prudencia y quiere alcanzar un acuerdo con Trump en el que México trabajaría para frenar la inmigración ilegal a cambio de apoyo económico.
Pero si esto no es posible y Trump sigue provocando a México, pocos creen que el vehemente patriota López Obrador guarde silencio. Reuters