Pareciera que las diferencias son territoriales, de habitantes y en sus políticas económicas, del resto, a mí juicio, lo que hay son semejanzas, odiosas, pero semejanzas. Son países altamente profesionalizados, becas, ayudas, hasta préstamos, cuya influencia es mínima porque las reformas que plantean esos expertos son desoídos por los gobernantes.
Las cúpulas han aprendido a cohabitar, planteando cambios, en actitud gatopardiana, de cambiar para no cambiar nada, en medio de una sociedad plagada de todas las miserias.
Sus partidos históricos PRI, AD, COPEI, inicialmente de izquierda, quedaron atrapados en la madeja de la corrupción y la ineficiencia, luego el PAN, Causa Radical y PSUV en a la práctica terminaron siendo tan corruptos y tan ineficientes como los otros.
La cohabitación de las cúpulas es lo que se impone, por ello en Venezuela el gobierno creó su oposición con el MAS, un ala de COPEI y Avanzada Progresista. Al igual que Chávez en Venezuela el triunfo de López Obrador en México generó una esperanza de cambio, ojalá no quede frustrada como la de Venezuela.
Demasiada pobreza en ambos países que contrasta con las pequeñas riquezas. Cuando se toman las cifras del patrimonio de Carlos Slim, el hombre más rico del país, resulta que con su ingreso, hoy en día, podría emplear a 2 millones de mexicanos pagando el salario mínimo. Mientras que en Venezuela la gente come de la basura y muere literalmente por no poder compra un medicamento, en el extranjero multimillonarias cuentas en dólares de sus militares, funcionarios públicos y allegados.
Para estas sociedades la política ha pasado a ser el arte más despreciable y rastrero, imputándole a sus actores los peores epítetos: corruptos, interesados, desleales y pare de contar.
Países ricos en minerales cuyos nacionales viven en la miseria. En el caso mexicano, una población de 119.426.000 habitantes, donde el 1% tiene en realidad entre 21 y 30% del ingreso total, “esto quiere decir que ese 1% tiene más que el 50% del sector más pobre de la población”, lo cual refleja la magnitud de la desigualdad.
Tanto en México como en Venezuela desde los años 80 la inversión en servicios públicos ha sido muy baja, por lo tanto existe un déficit importante en los servicios de agua, luz, aseo… que es mayor en los hospitales, escuelas, universidades…, el cual es directamente proporcional al aumento de los carteles de droga, secuestro, corrupción…
Con lo cual quiero significa que el problema no está en el libre mercado, capitalismo, como lo quieran llamar, ni en el socialismo, comunismo o controles…el problema está en que no se trabaja para la sociedad, ni con un esquema ni con el otro, todo termina en retórica. Lo cual nos lleva a concluir que los cambios en las sociedades modernas están dirigidas hacia el humanismo, ecologismo y progresismo, en el marco de una sociedad organizada, vigilante, que intervenga en la gestión pública, ese es el camino, no hay otro.
@carlotasalazar