¿Por qué María Corina?, por Manuel Malaver

¿Por qué María Corina?, por Manuel Malaver

Manuel Malaver @MMalaverM

 

Como no es la primera vez que María Corina Machado se convierte en la figura política más mencionada, aplaudida y discutida del “corsi e ricorsi” de la política nacional, debo admitir que me siento cómodo –y casi un veterano- en eso de hacer pronósticos de hacia dónde conducirá el futuro a una líder tan noticiosa, como fascinante.

Quiere decir que, me atreveré a visualizarla más como periodista -que es mi oficio- que como politólogo e historiador -que no soy-, con la promesa de que ni la amistad ni la admiración que siento por ella nublarán mis ojos.

Y empiezo aclarando, afirmando y recordando que María Corina Machado está haciendo lo que siempre hizo, se acostumbró hacer y hará siempre en la rutina que, desde hace un poco menos de 20 años, fue descubriéndola y configurándola como un nombre a tener en cuenta y cuyo decálogo es, estar en la calle, conversar con la gente, oír sus opiniones, dar las suyas y de esta fragua bruñir un discurso de optimismo y fe en que Venezuela, más temprano que tarde, derrotará la tiranía.

Y con prescindencia de apegos a resultados como terminar siendo la líder política fundamental del país, o presidenta en un gobierno de transición que, por fuerza, tendría que considerar su nombre para el inicio de una recuperación y reconstrucción del país.

“No es el momento” me contestaría si se lo planteo “no creo oportuno, viable, ni útil detenernos en pasos necesarios pero que no son más urgentes que derrocar a la dictadura y para eso ya sabemos que se requieren esfuerzos, energía, decisión y cero distracciones”.

De modo que, ya puedo entender -y así se lo trasmito a mis lectores-, que la están haciendo partícipe de una partida, la de la carrera por la presidencia de la Republica, en la que no está interesada y en la que solo cursaría después que vea la usurpación de Maduro caer por el suelo hecha añicos.

Su pasión, entonces, solo está centrada en estos días en la máxima exposición y al ritmo más acelerado posible de este viajar y caminar por Venezuela, reunirse con su gente donde sea y como sea, enterarse de los más mínimos detalles de cómo afecta la crisis a los más pobres y en las medidas que podrían tomarse para que su males pueden puedan ser aliviados.

Pero cuidado, no es una hermanita de la caridad, ni miembro de la congregación de la Madre Teresa de Calcuta, -aunque como cristiana, católica y demócrata se sienta interesada por la aproximación con los que más sufren-, sino una política, una mujer política para quien el ejercicio de esta pasión comprometida con la moral y la justicia, lo es todo.

En estos días, por cierto,  estuvo por Coro y la Península de Paraguaná, ciudad capital y región de ese Estado Falcón que tanto le atrae y en el que tiene tantos seguidores,  recién llegada de Barquisimeto, y de Valencia, donde pateó, como pocos, el barrio “Miguel Peña”.

También estuvo en un acto en la Universidad de Carabobo, acompañando y solidarizándose con la rectora, Jessy Divo de Romero, amenazada por el gobernador, un tal Lacava, que la acusa de cualquier impropiedad por el delito de  ser rectora y profesora universitaria.

No anda, como años ya harto pasados, con la gente de SÚMATE, o con grupos de seguidores espontáneos, sino con muchachos y muchachas de su propio partido, “Vente Venezuela”, la organización que fundó, de su puño y letra, viste de azul y cuenta con militantes ya históricos como Omar Moreno, Luís Barragán, José Amalio Graterol y Teresa Albanes.

Una seducción para jóvenes y viejos, hombres y mujeres, de todos los credos,   razas,  y religiones y en la cual se aprende a ser venezolano, demócrata, ciudadano y liberal.

Y con una líder, ductora, maestra y cofrade de lujo, con la cual no cuesta reunirse, discutir y discrepar, en las oficinas de la organización o en esas giras a las cuales te invita para dirimir en los hechos, en la realidad, las diferencias que surjan.

De modo que, si hay pocos o muchos interesados en conocer las ambiciones y aspiraciones más profundas de esta activísima mujer, pues nada como saber que es una venezolana de partido, de organización, de estructura y desde ahí, si es permisible pensar que actúa en grande y para ser presidenta de Venezuela.

Pero como ya dije, no es en función de esa aspiración -que juzga muy temprana- que estuvo el lunes, 16 de julio, en la Asamblea Nacional, para recordar que había pasado un año del histórico referendo o plebiscito, y la institución que lo había convocado, la AN, se había olvidado del mandato que en 4 puntos le había dado el pueblo de Venezuela.

Su reclamo lo hizo a nombre de “Soy Venezuela”, la organización que lidera con ese venezolano ausente, pero que no se pierde uno solo de los grandes acontecimientos que ocurren en el país y con el cual y Leopoldo López, en el 2014, creó “La Salida”: Antonio Ledezma.

Era entonces la hora, o el día, de retomar tanta historia, tanta brega dejada pero no olvidada en el empeño de liberar Venezuela  y para  demostrarlo encabezó una caminata en un barrio de Petare, donde siguió la agenda que cumple desde el primer día que se inició en la política: hablar con la gente.

De lo profundo del cerro, del barrio, seguro que oyó los gritos  de las enfermeras de la Maternidad Concepción Palacios que, desde primeras horas del día, recorrían la Avenida San Martín exigiéndole al gobierno aumento de sus salarios y mejoras en sus condiciones de trabajo, o de los médicos del Universitario y del Estado Vargas, pidiendo se les homologara sus sueldos con los de los militares, o los de los profesores amenazando con irse a un paro general indefinido, o de los trabajadores petroleros en PDVSA-La Campiña, o de los maestros, y  por todas las calles y avenidas de Caracas y de Venezuela este sacudón de la protesta que es el signo de unos tiempos en que los partidos y sus líderes parece que se jubilaron o se fueron de vacaciones.

Una realidad o tragedia que María Corina Machado ha enfrentado, no con críticas, quejas y llantos sino revelando su condición incuestionable de luchadora sin tregua y poco dada a caer en la provocación de que las mayorías democráticas están de reflujo y lo mejor es pensar en soluciones a mediano plazo como las elecciones a concejales de diciembre o en un revocatorio que se convocaría contra Maduro a mediados de su mandato, para julio del 2021.

Pura política en slow motion, mientras la hiperinflación se acelera a un ritmo del 30 por ciento mensual, los déficits en alimentos y medicinas ya pasan del 70 por ciento, y la desnutrición y las enfermedades no tratadas ya cobran un promedio de vidas que se acerca a las 200 al mes.

Un drama que no ha tardado en ser reconocido por la comunidad internacional que ya está sancionado y presionando para que sus culpables sean separados del poder en Venezuela y que, al lado del exilio forzoso de cuatro millones de venezolanos, deja pocas dudas en cuanto a que la solución pasa una intervención humanitaria.
Y para acelerar la cual piensa María Corina es necesario no detenerse, no perder más tiempo en discusiones sobre la unidad o la división, o la división o la unidad para nada, sino en discutir y ponerse de acuerdo en la forma de continuar la lucha  pero para que la dictadura madurista, el horror de la narcodictadura y el modelo contra natura que llaman socialismo, dejen de destruir a Venezuela.

Días de lo más transcendente, de lo más dramáticos esperan a Venezuela, días de historia pura, o de “historia viva” como gustaba decir y escribir el irreemplazable Jorge Olavarría y si de algo estoy seguro, es que María Corina Machado, esa venezolana que nació y vive para la política, será la primera en las filas.

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