Una mujer de piel morena caminaba por las calles de la California Norte, municipio Sucre, cuando expresó: “¡No se puede ya uno ponerse bella!”. Entró a un salón de belleza y explicó, mientras la peluquera secaba su cabello, que su hijo se encuentra fuera del país y le envía dinero para poder vivir debido a que con el salario mínimo no le alcanza ni para comer, por lo que acudir a un centro de belleza es cada vez menos común. Así lo reseña el-nacional.com
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En una visita realizada por El Nacional Web a varios salones de belleza, las estilistas comentaron que los productos de peluquería tienen altos costos debido a la situación económica que confrontan los Venezolanos. La colocación de tatamientos similares a la cirugía capilar cuestan aproximadamente 30.000.000 de bolívares, más de cinco salarios básicos.
Los cortes de cabello varían desde 1.000.000 bs a 9.800.000 bs, la manicure y pedicure cuestan hasta 5.000.000 bs, dependiendo de la ubicación del salón de belleza.
“Yo antes me ponía tinte… Y ahora no puedo hacerlo regularmente”, dijo la también maestra al mostrarle sus canas a su peluquera.
A las venezolanas se les dificulta adquirir productos de belleza y de cuidado personal porque los precios en los comercios aumentan frecuentemente. Un shampoo puede costar hasta 15.000.000 bs, los baños de crema 6.000.000 bs, los tintes de cabello más de 9.000.000 bs, el agua oxigenada 4.000.000bs, las pinturas de uñas 2.000.000 bs y la acetona se consigue 4.000.000 bs.
Peluquerías sin agua, sin luz
Cumplir con su trabajo es un reto para varias peluqueras debido a las fallas constantes en el suministro del servicio de agua. Otros de los servicios que afecta el funcionamiento de los salones de belleza es la falla eléctrica.
“Llenamos pipotes, perolitos más perolitos y hay veces que cuando ya llegamos a estado extremo los clientes tienden a traer las garrafas y las pimpinas de agua para arreglarse el cabello, las manos y pies. Vienen a las peluquerías con pimpinas de agua. Hasta ese extremo hemos llegado”, dijo a El Nacional Web Carmen, una pericurista.
La pericurista también resaltó que la última vez que se fue el servicio de luz las clientes se molestaron porque tenían el tinte colocado en el cabello y duraron más de dos horas sin luz.
Peluqueras deciden entre la comida y los productos de trabajo
Jackeline Coroy, estilista y madre de cuatro hijos, labora todos los días con un secador para poder mantener a su familia. Sin embargo al pasar el tiempo su trabajo se ve limitado por la situación económica. Realizando sus acostumbradas labores de estilista afirmó que si le coloca sus productos a las clientes les cobra 20.000.000 bs para poder tener una ganancia.
“Uno hace el sacrificio a veces tengo que decirle a las clientas que compren los productos y cobro la mano de obra. Si compro productos para mechas o químicos no compro comida”, señaló Coroy.
Agradeció que en medio de la situación tiene clientes que continúan asistiendo al salón de belleza. Expresó que, a su juicio, la mujer venezolana le gusta arreglarse aún en medio de las dificultades económicas.
En el recorrido que realizó El Nacional Web por los salones de belleza también se observó que los centros de depilación se encuentran paralizados debido a que el precio de la cera fría es alto, el producto tiene un costo hasta de 150.000.000 bs. Las depiladoras deben decirle a las clientas que lleven sus productos y solamente cobrarles la mano de obra.
Leudys Bande, depiladora de 32 años de edad, indicó que con lo que gana diariamente no le alcanza para comprar ni comida, ni para mantener a su hijo. Puntualizó que su esposo la ayuda revendiendo objetos para poder cancelar los gastos.
“El material real que nosotros usamos no lo encontramos. Si lo encontramos está escondido, no está a la venta del público. A veces lo encontramos en las páginas de internet o bachaqueado, pero no es de primera calidad”, explicó.
Bandes comentó que su trabajo se ve afectado por la calidad de la cera que usa porque le deje marcas a las clientes, esta situación es un reflejo de la disminución en la calidad de los productos que son más díficiles de adquirir por las profesionales de la belleza.