Uta Thofern: El “socialismo del siglo XXI” eventualmente colapsará por sí mismo

Uta Thofern: El “socialismo del siglo XXI” eventualmente colapsará por sí mismo

Esta vez fueron los “Soldados de Franela”. Nicolás Maduro ha denunciado al menos veinte golpes de Estado y/o atentados contra su vida. Mientras él resulta ileso, el régimen obtiene nueva fuerza de cualquier ataque real o supuesto, ya sea por parte de un país extranjero “imperialista” o de la oposición de “extrema derecha” en el país.

Cada nuevo incidente le da a Maduro una oportunidad para llevar a cabo una cacería de brujas a la oposición, para acosar a Estados vecinos como Colombia, y, no menos importante, para purgar sus propias filas y las del Ejército. Y cada nuevo incidente distrae de los problemas cada vez más insufribles en Venezuela.

Los acontecimientos de ayer se dan tres días después de que Maduro anunciara una nueva política de combustible, en medio de un apagón que oscureció a Caracas durante horas. Un día después, el Gobierno lanzó un conteo de automóviles en el país, con el anuncio de que solo los que acudieron al conteo continuarían recibiendo los precios de la gasolina subsidiada. Llenar un tanque de combustible en Venezuela cuesta menos de un centavo de euro. Sin embargo, el país más rico en petróleo del mundo tiene que importar la gasolina porque su propia industria se ha venido arruinando desde hace tiempo.

Hiperinflación

Asimismo, hace unos pocos días, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que se espera que la inflación en Venezuela este año llegue a 1.000.000 por ciento, ¡un millón! Y el Gobierno planea cancelar cinco ceros del valor nominal del bolívar este mes con una reforma cambiaria después de que en marzo planeara omitir los últimos tres dígitos. La inflación dificulta aún más el proceso de decisiones de la dictadura.

Además de la gasolina, muchas otras cosas están subsidiadas en Venezuela: energía, transporte local, alimentos y medicinas. Pero carece de todo porque el país no genera la moneda extranjera que necesitaría para las importaciones. Su propia incapacidad de producción ha logrado paralizar la “Revolución bolivariana” en Venezuela. Innumerables son los informes de enfermos sin ayuda en decaídos hospitales, niños hambrientos y emigrantes desesperados.

Los intentos del régimen para contrarrestar la realidad no solo dejan la impresión de que cada vez están más indefensos, sino que en realidad los están. Venezuela está tan arruinada que demorará décadas para que el otrora país más rico de América del Sur alcance al menos el nivel de sus vecinos. La anunciada flexibilización parcial del régimen cambiario tampoco servirá. En un futuro previsible, incluso los seguidores más fieles de Hugo Chávez, el difunto fundador de la revolución bolivariana, sufrirán desabasto.

Venezuela se dirige hacia el abismo

Casi nada puede ser tan peligroso para un Gobierno como la cancelación de subsidios. De eso hay ejemplos de muchos otros países en América Latina, especialmente de la propia Venezuela. Y Nicolás Maduro lo sabe, sin embargo, no puede evitarlo; su régimen dirige a Venezuela hacia el abismo.

Aún así, esto no justifica atentados, no habría ninguna razón para ello. Detrás de Maduro hay una gran cantidad de acérrimos seguidores que no tienen nada que ganar de un cambio de régimen, pero tienen mucho que temer. Los signos apuntan a la implosión: el “socialismo del siglo XXI” eventualmente colapsará por sí mismo.


Uta Thofern dirige la redacción latinoamericana de DW

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