La solidaridad de quienes han emigrado desde Venezuela, huyéndole a la crisis política y social que se vive en el país suramericano, es la respuesta inmediata y necesaria para que buena parte de quienes se quedaron, puedan contrarrestar el drama que enfrentan día a día, concretado en la falta de medicamentos y una alimentación adecuada.
Por: Ramón Antonio Pérez | Aleteia
Marinellys Tremamunno, una periodista venezolana acreditada en El Vaticano, a la par de su profesión y de la realidad que vive desde hace nueve años cuando emigró a Italia al avizorar la triste situación en que ahora está sumergida Venezuela, es de estas personas que no olvidan sus orígenes e intentan apoyar desde la diáspora.
Nació en Caracas, de padre italiano y madre venezolana. Sus abuelos paternos le inculcaron los valores familiares y la fe cristiana que confiesa, con la solidaridad, el respeto y el amor al prójimo que la caracterizan. A su paso por Caracas, Marinellys narró para Aleteia cómo surgieron y se concretan esos gestos de solidaridad con sus compatriotas, cuyo objetivo es darle respuesta a uno de los aspectos más visibles: la falta de alimentos en muchos sectores de la población.
Argumenta que miles de venezolanos encuentran en las ollas comunitarias de la iglesia y demás organizaciones sociales, la única manera de alimentarse correctamente. Sea a diario; una o dos o veces a la semana; cada quince días o mensualmente, según cada realidad, “estas ollas son la única manera que muchos tienen de consumir proteínas”, dice la comunicadora social, surgida de la Universidad Central de Venezuela en 2002.
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