Maritza Angulo y Laura Flores caminan presurosas bajo 30º de temperatura con la bolsa amarilla que esconde, de los ojos de los “mirones”, la mercancía que llevan hacia el muelle donde están los pescadores que acaban de regresar de la faena diaria. Al llegar a uno de los puestos de pescado sacan de esa bolsa un kilo de leche en polvo, dos de pasta y uno de arroz. Los van a cambiar por pescado fresco sin que medie en ese cambio el bolívar, la devaluada moneda oficial. Así lo reseña Infobae.
Venimos hace poco que nos enteramos, y nos parece una opción ante esta situación, esta crisis de hambre que estamos viviendo y tenemos que afrontarla. Y esto quizás nos enseñe tanto a unos como a otros a tendernos la mano—cuenta Maritza a Infobae, con la condición de que no la grabemos en video porque Macuto, la zona del estado Vargas, a casi 37 kilómetros kilómetros de Caracas, donde nos encontramos, es de mayoría chavista y quiere evitar problemas.
Lo estamos haciendo porque algunas veces nos quedan unos paquetes, —agrega Laura—. No es que nos sobren porque de verdad no nos sobran, pero sí lo cambiamos porque necesitamos consumir proteína animal y no podemos comprar proteína animal. Lo vemos como una alternativa y nos ayudamos. Ellos necesitan los paquetes y nosotros necesitamos la proteína. Tenemos dos kilos de arroz. Ellos nos cambian un kilo de pescado por dos kilos de arroz, o un kilo de arroz y un kilo de pasta por un kilo de pescado es decir dos kilos, uno de arroz y uno de pasta, por un kilo de pescado.
Pero la odisea de estas dos venezolanas no es solo lograr cambiar lo poco que tienen por proteína para tener una dieta medianamente alimenticia. También hacen esfuerzos para llegar por la falta de transporte, porque hay pocas unidades debido a la carencia de repuestos, y por la escasez de dinero en efectivo par poder pagarlo.
—Lo del efectivo es sumamente grave para todos —explica Maritza–. Llegamos aquí gracias al señor que nos trajo porque el objetivo es buscar la comida. Pero para venirnos le pedimos la cola a un camión de volteo de una ferretería que trae materiales de ferretería. Le suplicamos y el señor nos trajo nos dió la cola, no era la intención pero separó.
Jorge Pérez, quien prefiere no revelar su preferencia política, culpa a la crisis que atraviesa Venezuela por tener que volver a una práctica que quedó en el pasado, en la que dos personas intercambiaban sus mercancías luego de acordar un valor para ellas, cuando en el mundo se institucionalizó el sistema monetario.
Antes vivía de la pesca diaria que sacaba de lunes a viernes. Pero ahora está dispuesto a cambiarle a quien venga, como estas mujeres, el pescado que sacó por los productos que traen.
—Por un kilo de pescado me tienen que dar tres productos: caraota, arroz, lentejas o leche. El aceite lo cambio por un kilo y medio de pescado.
Pero no siempre está de suerte, porque hay días en que la pesca no es buena y se reducen las ganancias para todos los que salen en el mismo “peñero” (bote).
—Cuando hay poco pescado no se puede cambiar porque el aceite (para el motor) es caro. Porque de la venta de la caja de sardinas cobramos varios.
—Desde hace un año se está presentando este cambio—explica Manuel Ruíz mientras desescama un pescado—. Pero después se regó y ahora viene más seguido la población. Saben que la lancha viene y llegan las personas. El aceite es para la lancha y cuesta 30 millones. Y a veces me gano cinco millones nada más.
Aunque según la consultora Datanálisis el trueque emerge en la golpeada economía venezolana desde 2016, el fallecido Hugo Chávez lo planteó en 2006 como una forma de intercambio a ser incorporada en la cotidianidad venezolana.
“Debemos impulsar el trueque, he ahí un mercado, un mercado que bien puede ser reactivado a través del trueque y no la moneda (…) Vamos a romper esa maldición, ese es el capitalismo, vamos a combinar un mercado que se base, bueno, en el valor de cambio pero vamos a acompañarlo con el valor de uso, vamos a reinventar el mercado indígena aborigen que era el trueque, ellos no tenían monedas…” dijo Chávez.
“Es un sistema de pago bastante primitivo pero también es primitiva la falta de efectivo en el país”, dice a Infobae el economista Luis Vicente León de la consultora Datanálisis. “Siempre ha habido una pequeña cuota de trueque sobre todo en el interior de Venezuela, era un fenómeno completamente marginal pero en 2017 es cuando se comienza a ver una operación más grande y se registra ya como una forma de pago. No es que se registre de una manera masiva, estamos hablando de entre 3 y 5% “, agrega.
Venezuela en reversa
En la era digital también las redes sociales son en Venezuela un espacio para buscar y encontrar lo que está escaso como alimentos y medicinas.
Una simple búsqueda por Twitter, Facebook o Instagram permiten advertir cómo son empleadas para cambiar ropa nueva o usada, implementos del hogar por alimentos como harina, arroz y granos y por medicamentos para enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, tiroiditis y anticonvulsivos
Tal es el caso de Yolimar Martínez, quien en junio publicó en su muro de Facebook su disposición a intercambiar medicamentos como “ampicilina, tres cajas de preservativos lubricados, ezos, omeprazol, diclofenac sódico, ampollas, kit de cesárea, inyectadoras desechables de 20 y 5 cc. salbutamol en gotas, ampicilina pediátrica de 125 mg suspensión oral gentamicina en crema. Acepto leche entera, gofio, fororo, arroz, pasta, granos, harinas o aceite sin importar que sean de la caja clap”.
Otros, como Karlotha Canaveris, ofrecen plancha de cabello a cambio de arroz, café y harina. También ofrece un kit satelital Cantv a cambio de comida, champú y jabón para lavar .
La economista y analista de entorno y gestión pública, Anabella Abadí, explica a Infobae que las redes sociales han facilitado a los venezolanos el intercambio de productos en medio de todas las limitaciones que impone la crisis.
“Las redes sociales son utilizadas para hacer trueque e incluso para comprar y vender en moneda dura. Es la manera que el venezolano tiene para comunicarse. Se necesita emparejar la demanda propia con la necesidad de otra persona y en comunidades limitadas las acciones son menores, por lo que las redes sociales abren el espacio para que los trueques se puedan dar con mayor facilidad. Las redes sociales ofrecen ese espacio que una comunidad más pequeña no ofrecería. No quiere decir que los trueques sean un buen mecanismo, sigo creyendo que por esto surge el dinero y lo lógico es que un país tenga una moneda de curso legal que permita facilitar las transacciones y no todo lo contrario”, detalla Abadí.
Pero Abadí advierte además que “el trueque es una involución” por lo que Venezuela está volviendo “al primitivismo”.
“Tiene que ver con la hiperinflación, la escasez, la crisis actual y la dificultad que se tienen con los sistemas de pago. Probablemente, hay personas que llegan al trueque porque no tienen manera de adquirir un producto. Debemos tener la capacidad para pagar todo y si los sistemas de pago fallan, porque no hay suficiente efectivo, no hay internet, no hay luz o porque las plataformas o el punto de venta está caído, entonces el venezolano tiene que buscar alternativas para continuar con su día a día. La crisis está y los sistemas de pago fallan pero la vida sigue. El venezolano tiene que tratar de resolver y el trueque es la respuesta ante un contexto caótico”.
Ambos especialistas señalan que revertir los efectos del trueque será rápido si el régimen de Nicolás Maduro toma las medidas necesarias como la circulación de suficientes billetes, controlar la inflación, promover la apertura de los mercados y generar un estado de derecho para que los productores puedan producir o que los comerciantes puedan importar y vender sus productos.
Pero a la realidad del venezolano marcada por el trueque se suman a partir del 20 de agosto los efectos que genere el nuevo cono monetario que implica el cambio de la denominación de la moneda y la pérdida de cinco ceros para dar paso al bolívar soberano en una economía hiperinflacionaria que en los últimos doce meses supera el 82.000%.
Infobae