Hubo un día en el que Cristina Fernández de Kirchner creyó que sería eterna. Ella y el kirchnerismo. Pero llegaron las derrotas. Primero fue la debilidad de su último gobierno. Luego la posterior caída en las elecciones. Y ahora está la causa judicial que destapó la mafia de los Kirchner. Un revés moral que puede ser definitivo.
A Cristina Fernández de Kirchner le gustan los lemas. Del “Cristina eterna” de 2011 con el que persiguió la reelección presidencial -y de paso, eternizar al kirchnerismo en el poder- al “tengo vocación de hacer cosas inéditas” con el que sorprendió este miércoles.
Con ese último eslogan triunfó. Dijo que fue la primera mujer presidenta de Argentina (cierto), y dijo que sería la primera senadora allanada (cierto también).
El jueves se materializó esa inédita situación. La Policía Federal, con perros rastreadores, equipos especiales y una orden de registro aprobada por el Senado, entró a su residencia de Recoleta y al domicilio familiar de Río Gallegos. El operativo duró 13 horas y aún queda por registrar la propiedad de El Calafate.
Si bien su último eslogan prosperó, el “Cristina eterna” no atraviesa un buen momento. Ya van tres derrotas consecutivas. La primera fue a causa de la reelección indefinida. Jamás prosperó esta medida ya que en su último gobierno (2011-2015) la corrupción, la inflación y la inseguridad le hicieron imposible plantear un cambio constitucional.
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