El desastre que vive actualmente nuestro país va a pasar, nadie sabe cuándo, pero pasará, porque así ha sido siempre en la historia. Cuando eso ocurra, esta nación necesitará de todos para su reconstrucción, de todos, incluso de quienes en algún momento tuvieron posiciones de poder durante este tiempo, pero decidieron rectificar. Eso en modo alguno significará impunidad, se llama transición y las transiciones llegan cuando algo no termina de morir pero comienza a dar paso a una nueva etapa, que para que sea nueva y termine de nacer lo primero que hay que hacer es procurar que las cosas se desenvuelvan de manera distinta, sino nada cambiaría, estaríamos hablando simplemente de un cambio de actores.
En las transiciones hay un pilar fundamental que ayuda a dejar atrás el pasado autoritario: la justicia. No es extraño que lo primero que destruyen las dictaduras sea la confianza en los jueces, convirtiéndolos en instrumentos de una parcialidad política. Es por ello que cualquier intento por comenzar a transformar esa realidad debe ser muy cuidadoso en no repetir errores, no dejarse llevar por las entendibles ansias de venganza de quienes llevan años siendo perseguidos. Pero el papel de los jueces no es ese, es impartir justicia y la justicia no es venganza.
Justicia tampoco el uso de las instituciones con intereses de facción, cuando se usan las nacientes instituciones de manera tendenciosa, para castigar a unos y premiar a otros, no hacemos más que repetir los errores que durante tantos años hemos criticado. Nadie se opone a que el rol de las nuevas instituciones es investigar sin distinciones, pero cuando se producen ciertas excepciones la gente comienza a dudar sobre el espíritu imparcial de sus jueces, se comienza a preguntar qué intereses particulares los mueven, sobre todo, si consideramos que un accionar como ese solo favorece al modelo que, aún muriendo, no quiere dejar de existir, sino que su fin último es perpetuarse para siempre. Imaginen si nuestras propias fallas los ayudan en ese objetivo ¿cómo se sentiría la gente?
No se trata de simple solidaridad automática, se trata de defender el respeto a las formas y a los valores que nos han movido como pueblo y como generación. La Venezuela que aspira a que este país salga de este atolladero confía en ustedes, pero en la medida que honren la responsabilidad que les fue dada, no para defraudarlos, sino para saciar la sed de millones que han buscado durante años justicia y lo único que han conseguido es opresión.