Haber nacido sin piernas no ha sido una barrera para que Alfonso Mendoza haya ido lejos en la vida, alcanzado metas y siga rodando hacia sus sueños.
Por: Leonardo Herrera Delghams | El Tiempo
Él no sabe lo que es patear un balón o calzarse unos zapatos, pero su espíritu está por encima de eso y lo ha dotado de una fortaleza que hoy le permite ir y venir por donde desee. Así mismo, estar rodeado de mucha gente que lo quiere y trabaja de manera incansable por conseguir sus sueños.
Reconoce que nacer con una discapacidad es duro y le tocó aprender a vivir así: “duré años que no salía de la casa, solo me quejaba: Dios mío por qué a mí y no a mi hermano o un amigo. Vivía muy deprimido y pensaba en suicidarme, hasta que me di cuenta que el que estaba encerrado era yo”.
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