El régimen de Nicolás Maduro en Venezuela sufrió un doble revés diplomático este lunes.
Desde Nueva York, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, cargó contra el régimen de Maduro. También contra el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, a quien llamó “ladrón y narcotraficante”. Dos insultos que suelen dedicarle, pero rara vez en una alta instancia diplomática.
Pese a la contundencia de Haley, las palabras más hirientes llegaron desde Ginebra. No por cómo se dijo, sino por quién lo dijo. Y es que el lunes, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, debutó como alta comisionada Michelle Bachelet.
La expresidenta de Chile, socialista declarada, no tuvo reparos ideológicos y condenó la crisis migratoria, las detenciones arbitrarias y las violaciones a los derechos humanos en Venezuela.
Es cierto que de la boca de Bachelet no salió ni una sola palabra de condena al régimen. Por falta de tiempo, obvió la parte del discurso en la que analizaba la crisis en Venezuela, así como las de Nicaragua, Italia, Siria y Sudán.
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