Por Sébastien Duval con Leila Macor en Myrtle Beach / AFP
El sudeste de Estados Unidos permanece el domingo bajo la amenaza de inundaciones a gran escala con potencial para provocar roturas de presas y deslizamientos, después del paso del huracán Florence, que ya ha dejado más de una docena de muertos y daños por miles de millones de dólares.
Aunque la tormenta pasó a una categoría de “depresión tropical”, Florence avanza lentamente sobre Carolina del Sur y Carolina del Norte, descargando fuertes lluvias sobre las cuencas fluviales ya saturadas, lo que según las autoridades podría traer más muerte y destrucción.
Hasta el momento, la cifra provisional es de 13 muertes, 10 en Carolina del Norte y tres en Carolina del Sur, según medios de comunicación de Estados Unidos.
Este domingo, los servicios de rescate permanecían alertas en Grifton, una pequeña localidad de Carolina del Norte amenazada por los crecientes niveles de agua en un arroyo cercano y en el río Neuse. “Mucha gente ya ha evacuado”, dijo Denise Harper, residente del lugar. “Es preocupante ver el agua subir lentamente”.
“Aún tenemos algunos días por delante”, advirtió el domingo el jefe de la Agencia Federal de Servicios de Emergencia a la CNN Brock Long, que aseguró también que en el centro y el oeste de Carolina del Norte y Virginia no se han terminado las duras condiciones climatológicas.
Long llamó a los ciudadanos a estar alertas ante las advertencias oficiales de lo que ahora era considerado un “evento de inundaciones”. “Estamos esperando muchos daños”, señaló, y agregó que las presas podrían verse amenazadas por el aumento del nivel del agua. El jefe de bomberos de Grifton, Justin Johnson, pronosticó para el miércoles la peor inundación del río Neuse. “Las personas que sufrieron el huracán Matthew (en 2016) saben a qué se atienen”, dijo a la AFP.
Después de golpear el viernes la costa atlántica de Estados Unidos, Florence penetró en el continente, donde dejó fuertes lluvias que hicieron subir el nivel de los ríos, provocando fuertes inundaciones. La lluvia continuó cayendo el domingo por la mañana en el condado de Pitt, Carolina del Norte. Las inundaciones localizadas seguían afectando el área, que desde el viernes presenta un cielo oscuro y bajo, y campos agrícolas anegados.
“Miles de millones de dólares”
“Lo que más me preocupa son las comunidades aisladas, las personas que están atrapadas en sus hogares y que pueden no tener acceso a medicamentos o servicios de emergencia”, explicó Long. “Todavía no hemos visto lo peor de las inundaciones”, advirtió el almirante Karl Schultz, que supervisa las operaciones de la Guardia Costera. La situación “podría ser aún más catastrófica” a partir del lunes, añadió.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, instó el sábado a los evacuados a no intentar regresar a sus hogares por el peligro que representan las numerosas carreteras que aún están inundadas. Las autoridades también han emitido órdenes de evacuación en varios condados del estado por el riesgo de inundaciones.
Unos 2.800 miembros de la Guardia Nacional de Carolina del Norte colaboran activamente en las tareas de rescate el domingo, mientras que otros 1.000 permanecen a disponibilidad, en espera.
El presidente Donald Trump saludó a “los rescatistas y fuerzas del orden que “trabajan muy duro” para ayudar a la población. Según el senador de Carolina del Norte, Thom Tillis, la policía arrestó a varias personas que se negaron a abandonar las zonas de riesgo. Tillis agregó que en las próximas horas van a emitir “otras órdenes de evacuación a medida que los ríos suban” de caudal, adelantó a la cadena Fox News. “Debes escuchar las advertencias y alejarte del peligro”, pidió Tillis, quien estimó que los daños serán peores que los del huracán Matthew.
En las localidades golpeadas por la tormenta se reportaron varios casos de saqueos y al menos cinco personas fueron arrestadas por la policía en Wilmington, Carolina del Norte, según el senador. Tillis advirtió que la recuperación será larga y costosa.
El sector agrícola, la mayor industria de Carolina del Norte, ha sido “golpeado duramente” por Florence, se lamentó. “Tendremos que estimar los daños en los cultivos (…) en términos de impacto económico para la reconstrucción, estamos hablando de miles de millones de dólares”.
En la costa de Carolina del Sur, la localidad de Myrtle Beach trataba de volver a la normalidad. Victor Shamah, propietario del bar Bowery, decidió abrir porque “la gente quiere comer, beber y no había nada”. “Todos están estresados”, le dijo a AFP Katy Steindl, una clienta. “Es hora de salir y tomar una copa”.