“¿Cómo va a mejorar la seguridad para evitar que perdamos clases debido a los tiroteos?”, pregunta Ellen, una adolescente de Maré, una de las favelas más violentas de Rio de Janeiro, a los candidatos a gobernador. AFP
Tiene 14 años, la misma edad que Marcos Vinicius, asesinado de un balazo durante una incursión policial cuando iba a la escuela en junio.
En este complejo de 140.000 habitantes, de los cuales más de 100.000 tienen edad para votar, las ONG organizaron un debate con los postulantes a gobernadores del Estado de Rio de Janeiro para las elecciones del 7 de octubre.
El centro cultural con aspecto de hangar está repleto: más de 300 personas, en su mayoría jóvenes, negros y casi todos vecinos de Maré. Todas las sillas plásticas están ocupadas, así como los palets transformados en gradas, por lo que muchos debieron permanecer de pie.
A pesar del público, sólo tres de los 12 candidatos en carrera se presentaron, todos de partidos de izquierda y con solo 1% de intención de voto. Cuatro anularon su participación a último momento y otro envió a su compañera de formula.
Disparos, moneda corriente
“¿Dónde están los candidatos? ¡No conozco a nadie aquí!”, deplora Daniel Silva, de 21 años, que esperaba por los favoritos, la leyenda del fútbol Romario, también nacido en una favela, y el exalcalde de Rio Eduardo Paes.
“Estoy un poco decepcionada, pero eso muestra el perfil de los candidatos. Es importante que el candidato vaya a la favela y tenga contacto con la gente, para tener una idea diferente de lo que los medios transmiten”, dice Karla Rodrigues, una mujer negra de 35 años.
Diariamente los medios brasileños divulgan los dramas causados por los tiroteos en las favelas, barrios muchas veces insalubres en los que vive un cuarto de la población de la ciudad de Rio.
Y el debate en Maré no está exento: la intervención de uno de los candidatos se pierde durante algunos segundos bajo dos ráfagas de disparos que hielan la sangre.
Arthur Viana de Andrade, de 21 años, votará por primera vez. Todavía no sabe por quién, para gobernador o presidente, pero sabe por quién no va a votar.
“Cuando un candidato se enfoca en decir ‘el delincuente bueno es el delincuente muerto’, veo que no es el camino que quiero seguir, porque como hombre negro de la favela seré tomado como un objetivo”, afirma, en alusión al discurso del candidato de extremaderecha Jair Bolsonaro, que lidera las intenciones de voto para la primera vuelta presidencial.
“Ningún pudor”
Los organizadores eligieron la seguridad como tema central del debate, pero las principales preocupaciones de los habitantes, cuando son consultados son “salud y educación”.
“Tienen que construir un gran hospital aquí. La seguridad pública dentro de la favela no existe. La salud es lo más importante”, señala Lucia Gomes, de 49 años, que vende tortas en la puerta del centro cultural.
“Acá la gente descree de la política, creen que todo político es corrupto, todo político es ladrón. Pero yo quiero escuchar las propuestas, porque no votar no es la solución”, explica Sheyla Amaral, de 42 años.
Para Eliana Sousa Silva, directora de Redes da Maré, una de las ONG que organizaron del debate, el color político de los candidatos o sus propuestas no son necesariamente razones para ganar votos en las favelas.
“Los políticos ven a las favelas como su feudo electoral, en el que establecen relaciones asistencialistas o de clientelismo”, explicó.
En ciertos casos, los candidatos obtienen la autorización de los narcotraficantes que controlan el barrio para hacer campaña. “Ya vi a candidatos ofreciendo cortes de cabello o distribuyendo pescado podrido. No tienen ningún pudor”, cuenta Shyrlei Rosendo, otra integrante de la ONG.