El Metro de Caracas aún no honra su promesa de mejorar el servicio. La empresa no dispone del personal suficiente para cubrir las casetas ni de los tickets magnéticos para dar acceso a los usuarios, por lo que se ve obligada a cobrar por la mañana y a flexibilizar la política al final de cada jornada, publica Crónica Uno.
Por Julio Materano
Caracas. Tres semanas después de la oficialización del cobro de boletos, el Metro de Caracas aún no honra su promesa de mejorar el servicio. La empresa no dispone del personal suficiente para cubrir las casetas ni de los tickets magnéticos para dar acceso a los usuarios. El incremento del pasaje no se ha hecho efectivo en, por lo menos, 10 estaciones y en algunos casos el nuevo ajuste tiene hora de caducidad, como ocurre en las ubicadas en el Centro, donde los accesos permanecen abiertos a cuanto transeúnte lo quiera.
En La Hoyada, una de las estaciones que se estrenó con arrojo en el cobro de boletería, los milicianos sustituyen a los torniquetes. Un cúmulo de boletos rotos, que permanece a la vista de todos, es la mayor prueba de lo que aún no ha podido ser: el cobro sistematizado del servicio.
Voceros de los empleados aseguran que la compañía solo dispone de personal para cobrar las primeras horas de la jornada, cuando se pretende reproducir la sensación de normalidad en todo el sistema. En las estaciones La Hoyada, Parque Carabobo, Bellas Artes y Colegio de Ingenieros el acceso es gratuito a partir de las 6:30 de la tarde. A un mes del anuncio de la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, el Metro da más muestras de debilidad que de progreso. Las fallas operativas, explica la organización Familia Metro, se duplican.
Cada día el Metro de Caracas transporta, por lo menos, 2,5 millones de usuarios, una cifra que se abulta conforme progresa el conflicto del transporte superficial. En las estaciones de la Línea 3 no solo fallan los torniquetes, tampoco hay sistema para despachar los boletos y los usuarios tienen rienda suelta. Lorena Dominguez, una vecina de la comunidad de Turmerito, en Coche, que exige mayor inversión para ese transporte, dice que el Metro se quedó pequeño.
Si no aplican en serio una plan preventivo para el mantenimiento de las instalaciones, las estaciones nos van a caer encima”.
Su preocupación no es un señalamiento fortuito. Hoy las estaciones Los Jardines y Ciudad Universitaria presentan filtraciones. Los pisos encharcados retratan un problema de vieja data del que poco se habla. Carmen Idrogo, exempleada del Metro y vicepresidenta de la Federación Nacional de Jubilados y Pensionados de Venezuela, sostiene que el servicio perdió sus facultades para hacer su trabajo.
Idrogo sostiene que la compañía le toma el pulso al clima laboral del país. La desprofesionalización de los talleres, dice la jubilada, ha obligado a canibalizar los trenes y escaleras mecánicas. Solo en los talleres de Propatria, donde se repara la flota de vieja data, hay al menos 10 trenes inoperativos que aguardan por repuestos.
Más allá del mal estado de las locomotoras, la compañía incluso no dispone de monitores ni de equipos tecnológicos para la recaudación por boletería. A propósito de las denuncias de los usuarios, quienes se resienten de los problemas para desplazarse dentro del sistema, la vicepresidenta de la Federación Nacional de Jubilados dice que 90 % de las escaleras están inoperativas.
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