La epidemia de doctores que abusan de mujeres durante los partos

La epidemia de doctores que abusan de mujeres durante los partos

Según las doulas, las mujeres a menudo son tratadas horriblemente mientras están en parto, desde episiotomías ?no consensuadas hasta violaciones sexuales. Foto: Cortesía

 

El término “violencia obstétrica” no aparece en ninguna parte de la constitución estadounidense, pero otros países como Venezuela y Argentina están comenzando a definirlo como un crimen en contra de las personas que dan a luz. Es un término genérico que incluye actitudes irrespetuosas, coacción, bullying, y discriminación de parte de profesionales del cuidado, falta de consentimiento para exámenes o tratamiento, procedimientos forzosos como cesáreas por orden de la corte, y también abuso físico. En 2016, la American College of Gynecologists and Obstetricians (ACOG) publicó una amplia opinión del comité que afirmaba que una mujer embarazada “capaz de tomar decisiones” tiene el derecho a rechazar tratamientos, y a oponerse “de la forma más severa” al uso de “presión, manipulación, coacción, fuerza física, o amenazas… Para motivar a las mujeres a tomar determinadas decisiones clínicas”. Sin embargo, sus opiniones y resoluciones no son obligatorias.

Por Vice





A pesar de que la violencia obstétrica puede causar tanto daño físico como emocional, observadores legales han encontrado que son muy pocas las mujeres que alguna vez hacen reclamos públicos contra doctores, parteras, enfermeras, u hospitales. Si tanto un bebé como su madre están razonablemente saludables, la mayoría de mujeres prefiere dejar atrás una experiencia de parto traumática mientras se concentran en la maternidad. Lo que fue impactante para las doulas con quienes hablamos, no fue la forma irrespetuosa en que Malatesta fue tratada, ni siquiera su agresión física, sino el hecho de que ella se defendió pública y legalmente en contra de su agresión. Y ganó.

Emily Varnam, una doula y pedagoga de la salud reproductiva en Detroit que trabajó previamente en Nueva York, describe la experiencia de presenciar repetitivamente violencia obstétrica como agotadora, indignante, y profundamente traumática. “Básicamente uno ve que las mujeres obtienen el cuidado apropiado en el uno por ciento de las casos”, dice Varnam, quien agrega que vio abusos regulares mientras asistía a partos en casi todos los hospitales de Nueva York. “Ya sea a causa de la falta de un cuidado basado en la evidencia o la falta de compasión, o la falta de respeto hacia la especie humana, uno prácticamente nunca presencia un cuidado que se sienta apropiado. bien sea por la forma en que les hablan, o por exámenes vaginales no consensuados. También se trata de episiotomía no consensuada o coacción, o bullying, o tácticas de intimidación”.

Foto por Ian Waldie vía Getty Image

 

Como muchas otras doulas, Varnam originalmente consideró su labor como un apoyo para las mujeres embarazadas. Pero pronto se dio cuenta de que su trabajo podría ser mejor descrito como uno de “guardaespaldas”. En lugar de ofrecer medidas de confort o estímulo durante el parto, ella siente que estaba realmente ahí para mantener a sus clientes a salvo, para proteger su autonomía física, para defenderlas de ser victimizadas, y si falla en eso, para servir de testigo de su abuso. Es un trabajo que Varnam cree que no debería existir.

Varnam recuerda haber sido testigo de un incidente particularmente perturbador con una cliente en el que un obstetra entró a la sala de parto usando ropa sudada: sin siquiera presentarse a la cliente ni pedirle permiso, el doctor insertó sus dedos en su vagina e intentó ensanchar manualmente su cérvix ya casi dilatado. Varnam dice que su cliente gritó de dolor y en protesta, pero se necesitó de la insistencia de Varnam para que el doctor se detuviera. “Eso pasa todo el tiempo”, dice. “Es increíble la cantidad de veces en que tengo que decir, ‘Ella está diciendo que no, y tú tienes tu mano en su vagina. Tienes que sacarla’. No puede existir ese tipo de indiferencia hacia el consentimiento”.

Existen datos que soportan la experiencia de Varnam. En una encuesta de 2014 aplicada a más de 2.000 parteras, educadoras, y enfermeras de parto en Estados Unidos y Canadá, se encontró que casi el 90 por ciento había presenciado a algún profesional de la salud participar en procedimientos “sin dar la oportunidad a las mujeres de elegir o considerar”, y casi el 60 por ciento había observado a profesionales realizar procedimientos “explícitamente en contra de los deseos de la mujer”. Muchos que se encuentran fuera de campo de los partos encuentran estas cifras difíciles de creer. Varnam ha luchado para convencer a las personas de que las cosas que ha visto no fueron errores ocasionales de unos cuantos obstetras “vieja escuela”. Ella dice que ha visto ese mismo comportamiento de parte de doctores jóvenes, doctoras, parteras, y enfermeras: está pasando en todos lados.

Mychal Balazs, una doula basada en Los Ángeles, coincide con este análisis. En sus dos años de doula, le dice a Broadly que ha visto toda clase de violencia obstétrica. Balazs siente que particularmente la falta de consentimiento es ignorada como un problema del cuidado de maternidad y es una de las razones principales de los traumas relacionados con los partos. A Balazs le perturba sobre todo una práctica denominada “desgarramiento manual”, que según ella ha visto frecuentemente en hospitales de Los Ángeles. En lugar de la episiotomía que implica un corte quirúrgico para agrandar la apertura vaginal, Balazs dice que ve frecuentemente a profesionales de la salud estirar y desgarrar el perineo de una paciente con sus manos, incluso cuando la paciente no ha recibido anestesia epidural, causándoles dolor intenso.

Balazs afirma que también ha presenciado abuso sexual durante el parto, y hace una distinción entre “manoseo médico indeseado” en la vagina, que algunos consideran como abuso sexual, e incidentes que fueron abiertamente “sexualizados”. “De hecho he escuchado cosas muy explícitas sexualmente dichas a personas que están en labor de parto”, dice Balazs. “Ni siquiera puedo describir lo increíblemente extraño que es ver algo que solo se puede describir como una violación, luego a alguien recibir a su bebé, y luego que ese sea el mejor momento de sus vidas”.

Muchas otras doulas tienen historias similares, y usualmente solo se sienten cómodas compartiéndolas cuando es de forma anónima. Una doula de Alabama que habló de forma anónima en el podcast “Birth Allowed” de 2007, relató ver a un doctor forzar a una paciente en parto desde atrás mientras ella se inclinaba sobre la cama del hospital. La doula dice que su cliente se negó a tener un examen vaginal, y que el doctor le dijo “Entonces, así es como haremos esto”, antes de levantar su falda y forzar su mano toscamente dentro de su vagina desde atrás. “Si eso hubiera pasado afuera del hospital, él estaría en la cárcel”, dijo la doula. “Teníamos todos estos testigos. Fue una violación sexual, y la posición de su cuerpo, fue muy sexual”.

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