No faltará quien considere nuestro arduo esfuerzo como una temeridad de nuestra parte, puesto que ninguno de los dos autores es historiador. Sin embargo, si otros, con mayor responsabilidad que nosotros, han tergiversado la historia nacional, ¿por qué no hacerlo nosotros con más razón, que somos tergiversadores de oficio? Por ello, lo nuestro, más que historia, es historieta, es decir una historia en diminutivo, un relato divertido y una sucesión de imágenes que pretenden explicar lo que muchas veces consideramos inexplicable. Es la primera vez que se hace en Venezuela una esfuerzo por reconstruir desde el humor nuestro pasado.
Como el título lo indica, abarcamos el período que va desde la llegada de Colón a las costas de Macuro, hasta el trágico momento actual que padecemos. Más de quinientos años resumidos con dibujos de Edo y textos de quien suscribe y viceversa (algunas veces escribió Edo y otras este servidor sugirió dibujos -siempre los pintó Edo, eso sí, gracias a Dios-).
Los venezolanos -pese a contar con brillantes historiadores- somos grandes desconocedores de nuestra historia. Mucho nos gustaría que este libro entusiasmara al lector a indagar y cotejar si lo que le contamos es cierto, a formarse su propio juicio, a reenamorarse de nuestro destino, a esperanzarse en nuestras posibilidades futuras una vez que superemos este doloroso bache, también a buscar a los historiadores de verdad para conocernos un poco mejor. Mirar la historia es como mirar la propia vida: uno reconstruye los recuerdos en función de los propios intereses y angustias actuales. Uno es, en el fondo, su propio devenir, no olvidarlo nos ayuda a edificar un mejor futuro. Como dijo con gran lucidez el historiador Tomás Straka en su discurso de incorporación a la Academia: “estudiamos la historia para librarnos de la historia”. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de reproducir errores, y frustraciones, siguiendo el postulado contrario, aquel que un juego de palabras resume diciendo que “lo peor que tiene el futuro es el pasado
que nos espera”.
Los venezolanos tenemos muchas cosas de las que librarnos, no podemos permitirnos -nuevamente- la tragedia de que la implacable máquina del tiempo nos devuelva a épocas oscuras que ya consideramos superadas. Los autores de este libro hemos querido hacer nuestro aporte a esta liberación desde el humor, al que entendemos -siguiendo los postulados de Aquiles Nazoa- como una inestimable forma pensamiento y reflexión. No olvidemos que “tierra de Gracia” fue el primer nombre que nos dió Colón.
Lo que sí damos por cierto es que… Esta historia continuará…