Los relatos y acusaciones por el caso de trata de blancas por parte de un falso cura en Barranquilla, Colombia, continúa. Esta vez, una venezolana, quien se vino desde Ecuador por el prometedor pago del fray José Luis Aduen Uribe relató que tenía que masturbarse delante de la cámara durante ocho horas para poder cumplir con la cuota, publica La Opinión.
También dijo que el pago desmejoró con el tiempo y por eso muchos de los que estaban encerrados tenía la intención de salirse del negocio, pero el fray José Luis Aduen Uribe, ya detenido, los amenazaba con denunciarlos ante Migración Colombia porque muchos de ellos estaban de manera irregular en el país.
A pesar de las acusaciones, José Luis Aduen Uribe insiste en su inocencia y recalcó que la residencia era un lugar de paso y él les cobraba 60.000 pesos por noche y alimentos que les suministraba. Indicó también que su abogado presentó videos de las personas que lo denunciaron en los que se retractan de lo manifestado a las autoridades.
El representante de la Fiscalía mostró su preocupación porque varias de las personas que denunciaron a Aduen Uribe no aparecen y aunque los han estado contando no responden y teme que el caso precluya.
Aduen Uribe está siendo acusado de retener de manera obligatoria a 28 personas, la mayoría de nacionalidad venezolana, a quienes utilizaba para que practicaran sexo explícito delante de una cámara Web para ser transmitido a través de Internet.
El representante de la Fiscalía durante la audiencia de acusación entregó pruebas fotográficas de los elementos encontrados en la residencia del barrio Los Andes, entre las cuales está un equipo de cómputo, seis cubículos acondicionados con colchones, donde supuestamente las personas eran sometidas a vejámenes sexuales por los clientes que lo solicitaban por medio de la web.
También presentó varios testimonios de las personas que allí estaban y quienes relataron que en un principio les ofrecieron una buena remuneración, pero que con el pasar de los días el pago disminuyó.
Algunos llegaron a acumular deudas por alimentación y dormida y por esto no se les permitía salir, porque se podían volar con el dinero adeudado.
También presentó relatos en los que las mujeres y hombres manifestaron sobre lo que tenían que hacer para cumplir con la cuota diaria, que eran mil “toques” delante de la cámara. Quien no cumpliera, no recibía el pago.