La situación político-económica del país, está sazonada con un ingrediente que le aporta una buena ración de caos a la arruinada calidad de vida de los venezolanos: el deterioro progresivo y acelerado de los servicios públicos. Sin agua, sin electricidad, sin gas, sin teléfono, sin internet y sin transporte. Así vivimos los venezolanos; todos, sin excepción. Sin agua, porque la racionan desde hace más de dos años; con apagones, cada vez más frecuentes y largos, porque “la rama de un árbol cayó sobre el tendido eléctrico” aun cuando sabes que, en tu zona, las acometidas son subterráneas; sin teléfono, porque CANTV no tiene cómo reponer los equipos obsoletos que ya alcanzaron su vida útil.
A eso hemos llegado; así estamos viviendo en pleno siglo XXI. Fuimos un país que, alguna vez, contó con un sistema eléctrico robusto, una empresa telefónica vanguardista y una institución pública, responsable del suministro de agua, que funcionaba. Hoy, todas en manos de la dictadura, los resultados de la gestión están más que en evidencia. Estas instituciones están destruidas, en bancarrota, sin personal técnico capacitado, sin equipos para sustituir a los que se dañan o hurtan, sin capacidad para planificar las demandas futuras, porque el tiempo les transcurre “canibalizando” lo que medio sirve, para “parapetear” lo que no funciona.
Más temprano que tarde, tenía que llegarnos el turno a los habitantes de Caracas. Era cuestión de tiempo que viviéramos lo que, desde hace ya bastante, sufren en otros estados. Con Zulia y Táchira a la cabeza de los más afectados por falta de servicios. Incluso, en Táchira, con un componente adicional: las largas e interminables filas para abastecer los carros de gasolina. ¡Qué ironía! En un país petrolero como el nuestro; fundador de la OPEP. Un país que, alguna vez tuvo una empresa llamada PDVSA, que no era “roja rojita”, sino un modelo gerencial a seguir, dirigida por profesionales y obreros altamente capacitados. Pero esa PDVSA se transformó en un importante sujeto político. Y, durante los años del #TiranoDifunto, esa PDVSA “roja rojita” recibió una grosera cantidad de millones de dólares los cuales, evidentemente, no fueron invertidos en las empresas responsables de nuestros servicios públicos, sino desviados para subsidiar programas sociales que sólo han servido para transformar a los venezolanos en unos mendigodependientes de las dádivas del régimen. Por supuesto: también para hacer multimillonarios a funcionarios que hoy gozan de un estatus económico que, sin los dineros del Estado, jamás hubiesen alcanzado. ¿Saben que es aún más triste? A Venezuela sigue ingresándole mucho dinero, incluso, pese a la reducción de la producción petrolera… pero, ésta gente, se está cogiendo esos reales.
Si los caraqueños nos quejamos de la situación de los servicios públicos, solo basta con ver el calvario que han vivido nuestros compatriotas del interior del país, para saber que el suministro de Caracas estuvo privilegiado por largo tiempo. Una injusticia que no concuerda con la filosofía comunista. Insisto, hasta ahora, los habitantes de la capital teníamos algo de estabilidad en nuestra energía, un horario de racionamiento de agua medianamente constante, líneas telefónicas con tono y un internet, con “rancho de banda”; pero, que nos permitía hacer consultas. Nos llegó la hora. En Caracas, se multiplican las urbanizaciones que pasan más de 24 horas sin electricidad; sectores con serios problemas en el suministro de gas doméstico; zonas completas que tienen más de un año sin teléfono y los afectados escuchando a los técnicos de CANTV repetir que el servicio se reestablecerá en cuestión de días; municipios completos que viven en perenne sequía y vecinos caminando largos trechos para llegar hasta un lugar por donde pase alguna camionetica.
Como dice mi amigo, el ingeniero Juan Carlos Rodríguez, especialista en energía de respaldo y autosuficiencia eléctrica: “pasamos de tener un sistema regular, a uno caótico. Lo primero que debe ocurrir para poder comenzar el rescate de las empresas de servicios públicos es la desmilitarización de estas empresas, y luego proceder a la reprofesionalización. Si esto no ocurre, en breve tiempo, pasaremos del caos, a algo más grave: la anarquía”. Esta advertencia, viene atada a otro drama: son tantos los profesionales capacitados que se han marchado del país, que las consecuencias de este éxodo, nos deja con muy poca mano de obra calificada.
Las empresas de servicios públicos, en manos del narcoestado, tuvieron un retroceso vergonzoso que las llevó al borde del cierre técnico. Dirigidas por incapaces, los problemas no se atacaron a tiempo. Se desmantelaron los programas de mantenimiento preventivo. Las instalaciones y los equipos se dejaron a merced de la desidia, y las inversiones para las grandes obras se transformaron en estafas. Las empresas de servicios públicos, no corrieron mejor suerte que las industrias y fábricas expropiadas por este “Socialismo del Siglo XXI” que actuó como una enfermedad letal para nuestra economía. Nos consuela saber que, en medio de esta oscurana, sequía e incomunicación, todavía hay profesionales prestigiosos, de los que siguen apostando a Venezuela, con los planes de recuperación listos ¡para el día D! Ese día “Después” que todos anhelamos; pero, que aún no tenemos muy claro ni cómo ocurrirá, ni cuándo llegará.
@mingo_1
Instagram: mingoblancotv