Cada día que pasa Nicolás Maduro en Miraflores se traduce en ilegalidad, violaciones a los derechos humanos, miseria, corrupción y muerte para los venezolanos.
Y es que el hecho de que por segundo año consecutivo el presupuesto nacional sea presentado ante la espuria Asamblea Nacional Constituyente representa una nueva violación a nuestra carta magna, que establece que la única institución del Estado que tiene la potestad de discutirlo y aprobarlo es la Asamblea Nacional, investida por el mandato popular de más de 14 millones de votos en las elecciones realizadas en el año 2015.
Solo Rusia y China se atreven a hacer algún tipo de negociación con el régimen chavista, mientras que el resto de las naciones solo concretan algún tipo de transacción bajo la premisa “show me the money” –“enséñame el dinero”-, dado que Maduro y su combo son tan maulas que nadie en el mundo les acepta un “fiao”, y menos se atreven a invertir en Venezuela sin contar con el aval de la Asamblea Nacional.
En el caso de las violaciones a los derechos humanos, tenemos el hecho más reciente ocurrido contra la dirigente política María Corina Machado, agredida salvajemente por las hordas de Maduro junto a los diputados Omar González y Juan Pablo García, cuando realizaban un recorrido por la población de Upata en el estado Bolívar. Nosotros como ciudadanos y venezolanos repudiamos esta barbarie y nos solidarizamos con María Corina, los colegas parlamentarios al igual que con su equipo, rechazando la violencia venga de venga.
No obstante, debemos acotar que este lamentable episodio es el reflejo de una política de violencia sistemática de Estado que ejecuta este régimen en contra de los que alzamos nuestra voz de protesta y luchamos desde la desidencia por restablecer la democracia en nuestro país.
¿Es que acaso la trágica muerte del concejal Fernando Albán cuando estaba bajo la custodia del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) fue “casualidad”? ¿La persecución en contra de mis hermanos Leopoldo López, quien cumplirá cinco años detenido por plantear y soñar con “la Mejor Venezuela”; y Freddy Guevara, a quien le violaron su inmunidad parlamentaria y de forma perversa le “montaron” unos delitos, no evidencian cómo toda la maquinaria del Estado que mal utiliza el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), se emplea en contra de los que no nos doblegamos? El caso del valiente diputado Juan Requeses, a quien el régimen involucra falsamente en delitos que jamás cometió, desnudó ante Venezuela y la comunidad mundial la maldad y la falta de escrúpulos de una casta que enarbola de forma farisea banderas de “justicia”, que encarcela a personas solo por pensar distinto. Exigimos que todos nuestros presos políticos sean liberados ya.
Pero la cara de Maduro también está presente en el constante empobrecimiento de los venezolanos que se expresa en una hiperinflación que parece no tener fin: ¿para que alcanzan los 1.800 soberanos que hace apenas dos meses fueron decretados como salario mínimo? El cartón de huevos ya reventó la barrera de los 600 bolívares soberanos, mientras que el pollo y la carne desaparecieron de las neveras de los mercados y supermercados, al igual que el resto de los productos incluidos en la lista de “precios acordados”.
Sin duda que el “Programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica” apunta a lo que ya hemos denunciado como un plan deliberado para quebrar al sector privado, con el objetivo de seguir en la consolidación del modelo de control social, propio de los sistemas comunistas aliados de Maduro.
Pero la guinda indispensable para todo régimen comunista es su sed de corrupción, y no conformes con llevar a los venezolanos a comer de la basura, también roban con los alimentos de pésima calidad que venden a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), tal como se confirmó hace poco, con la investigación que realizan las autoridades de México sobre una multimillonaria trama de “guisos rojos” que quedó al descubierto y que involucra a la “crema innata” de la cúpula “revolucionaria”.
Finalmente, no podemos dejar de expresar nuestra angustia y rechazo a la más reciente expresión de la crisis humanitaria en la que nos ha sumergido el “socialismo del siglo XXI”, como es la suspensión del tratamiento de quimioterapia a los niños que sufren de cáncer hospitalizados en el J.M. de Los Ríos, en Caracas… ¿hasta cuándo este régimen es indolente ante la muerte de inocentes con tal de mantenerse en el poder?
Los que perseveramos por la libertad de nuestro pueblo debemos avanzar en la construcción inmediata de una salida para esta desgracia que significa que Maduro y su combo sigan en el poder: la vida de millones de venezolanos está en riesgo.
Ramón Flores
Diputado a la Asamblea Nacional
Presidente del Parlamento Amazónico
@liderhumano