Ramón Peña: Muerte a Bolívar

Ramón Peña: Muerte a Bolívar

La capacidad destructiva del chavo-madurismo, que rebasa la inherente fuerza empobrecedora del comunismo, parece regodearse con placer en la liquidación de nuestra reserva de riqueza mineral, esa que la naturaleza quiso concentrar en el Estado Bolívar. Comenzó temprano este proceso cuando Chávez estatizó las empresas transformadoras de minerales: Sidor, Alcasa, Venalum, Ferrominera. Supuestamente las pondría en manos de sus trabajadores, pero en realidad, las entregó al arbitrio de comisarios corruptos –civiles y militares- que convirtieron en miserable herrumbre, el otrora formidable plantel industrial de la Corporacion Venezolana de Guayana, desarrollado en años de la democracia. A la par con estas empresas, el sistema hidroeléctrico del Caroní -militarizado y cubanizado- sobrevive hoy en apenas un tercio de su enorme capacidad, sin fuerza para activar los hornos que valorizan el mineral guayanés.

El arrase de Guayana ha corrido también por las vertientes corruptas de la llamada Alianza Bolivariana. Así lo ilustra el proyecto hidroeléctrico Tocoma, en el alto Caroní, cocinado por el duo Chavez-Kirchner, incrementado de tres a ocho millardos de dólares, sin todavía acumular potencia ni para encender una bombilla.





Ahora, en la urgencia de generar dólares, luego de haber menguado con corrupción e incompetencia la capacidad exportadora de Pdvsa, el régimen libra una frenética carrera por oro, coltan y diamantes, sin ley ni autoridad, bajo una sospechosa administración militar, controlada por bandas, mafia y guerrilla colombiana, sembradoras de muertes y desapariciones. Un cuadro redivivo de la barbarie que describía Romulo Gallegos en su novela Canaima, la de “la noche en que los machetes alumbraron el Vichada…” Terrible es también el daño al medio ambiente por la explotación minera incontrolada, inconmesurable, merecedor de una condena internacional. Esta semana, con rollizo desparpajo, el Golem gobernante ha anunciado, como un logro patriótico, que de esa debacle “obtendremos cinco millardos de dólares.” Decretada la guerra a muerte contra el Estado Bolívar.