Entonces Alfredo Carrasco rondaba los 22 años. Un joven periodista que montó en su carro, un Dodge Dart marrón oscuro, a Lucho Gatica y a su mujer, Mapita Cortés. Corría 1968 y el destino de aquel viaje era Barquisimeto. Lucho Gatica tenía 40 años y era ya toda una celebridad. Carrasco trabajaba en Venezuela Gráfica y Ultimas Noticias, dos medios de la reconocida Cadena Capriles. Dos años atrás, siendo estudiante del primer año de periodismo, se había desempeñado como jefe de prensa de la Avade, la Asociación de Artistas de la Escena, que fundara Mario Suárez. Ganaba 10 bolívares diarios, o lo que era lo mismo, 300 bolívares mensuales. Los cheques llevaban las firmas del propio Suárez y de Alfredo Sadel. No conservó un solo cheque de recuerdo. Todos los cobró. Así lo reseña konzapata.com
Por Juan Carlos Zapata @periodistajcz
Era el encargado de llevar la sección de espectáculos o de farándula de aquellos medios de la Cadena Capriles. Se hizo amigo de Julio Jaramillo. De Marco Antonio Muñiz y Cherry Navarro, entre otros. Y cubrió la primera presentación de un desconocido Julio Iglesias, en Nogorod, un local que manejaba el gran Aldemaro Romero, en Altamira.
Cada vez que Lucho Gatica visitaba Caracas, no solo lo entrevistaba sino también lo atendía; salían a pasear por Sabana Grande, que era la zona de la movida con los restaurantes y los locales nocturnos de moda. A Lucho Gatica le gustaba visitar el Gran Café, y comer en Il Vecchio Mulino, y dejarse ver en Le Garage y Barnum’s, que este segundo era el sitio donde solía actuar Javier Solís.
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