Hasta ocho millones de dólares en dos valijas, entregados en mano propia en un restaurante al secretario mexicano de Seguridad Pública: un excontador del cartel de Sinaloa relató el martes en el juicio del Chapo Guzmán cómo sobornaba a altos funcionarios del gobierno mexicano.
Las explosivas declaraciones fueron realizadas por Jesús “Rey” Zambada, un exsublíder del cartel de Sinaloa encarcelado en México en 2008 y extraditado a Estados Unidos en 2012, que ahora colabora con el gobierno estadounidense para intentar reducir su pena.
Zambada, que durante dos décadas trabajó para el cartel de Sinaloa y manejaba sus operaciones en la capital mexicana, es hermano de uno de los líderes históricos de esa organización, Ismael “Mayo” Zambada.
Ya había mencionado en el juicio enormes sobornos del cartel a la policía judicial, municipal y federal, a militares y hasta a Interpol. Solo en Ciudad de México, ascendían a 300.000 dólares mensuales.
Pero el martes, en su cuarto día de testimonio, dio ejemplos concretos de coimas al tope del gobierno federal, al relatar que dos veces entregó valijas con un total de seis a ocho millones de dólares en sobornos al exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, entre 2005 y 2007.
García Luna, que ya no trabaja para el gobierno, no ha comentado hasta el momento la información.
“Protección”
El cartel quería que García Luna nombrase a un policía que los protegiese en el estado de Sinaloa, dijo el Rey.
También afirmó que el narco pagó en 2005 “unos millones de dólares” en coimas a Gabriel Regino, exsubsecretario de Seguridad Pública de Ciudad de México, cuando el alcalde era el actual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
“Según él, iba a ser el próximo secretario de Seguridad y se le estaba pagando para nuestra protección”, contó.
Regino negó las acusaciones en su cuenta Twitter.
“Es falso que durante mi ejercicio del servicio público, haya recibido soborno alguno por parte del testificante Jesús Zambada”, escribió.
Durante el primer pago a García Luna, según el testigo, éste era director de la Agencia Federal de Investigación de la Procuraduría General de la República, un cargo que ocupó de 2001 a 2006.
En el segundo pago, de tres a cinco millones de dólares y entregado en 2006 o 2007, según el testigo, era secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón, y por ende el jefe de la policía federal.
El Rey Zambada respondía a las preguntas de uno de los abogados del Chapo, William Purpura, que le consultó largamente sobre declaraciones que hizo a fiscales en Washington DC, tras ser extraditado a Estados Unidos.
El testigo fue consultado sobre si en 2005 y 2006 los capos del narcotráfico Arturo Beltrán Leyva, su hermano Héctor, el Indio, La Barbie y el Grande pagaron 50 millones de dólares a García Luna para que éste les diera protección.
“Eso se decía”, respondió el Rey.
¿Y al presidente?
“Si su hermano Mayo pudiese corromper al presidente de México, ¿lo haría?”, le preguntó Purpura. “Tal vez”, dijo el Rey Zambada.
En sus argumentos iniciales del juicio, otro abogado del Chapo, Jeffrey Lichtman, dijo que el cartel de Sinaloa sobornó al actual presidente de México y al anterior.
La defensa asegura que el Chapo es en realidad un chivo expiatorio de una trama corrupta del gobierno de México y agentes de la DEA, y que el verdadero jefe del cartel no es él, sino el Mayo Zambada, coacusado del Chapo en Estados Unidos pero que nunca ha pasado un día en prisión.
Por eso la defensa del Chapo deseaba preguntar al Rey sobre presuntos sobornos pagados por el narco a presidentes de México, que el testigo habría descrito a fiscales estadounidenses tras su extradición.
Pero la fiscalía se opuso, y el juez Brian Cogan decidió el martes que limitaría esas preguntas para “proteger a individuos y entidades que no son parte de este caso y que enfrentarían humillación y acoso”.
El Chapo Guzmán, de 61 años, acusado de traficar más de 155 toneladas de cocaína a Estados Unidos, puede ser condenado a cadena perpetua si es hallado culpable. La fiscalía lo presenta como un despiadado asesino que junto al Mayo tenía el absoluto poder del cartel de Sinaloa.
Extraditado a Estados Unidos hace casi dos años, está encarcelado en una prisión de máxima seguridad tras sus dos fugas cinematográficas de prisiones mexicanas en 2001 y 2015.
Este martes se mostró muy vivaz, habló varias veces con sus abogados y lanzó largas miradas a su joven esposa Emma Coronel, de 29 años, que asiste al juicio cada día y le sonríe a la distancia.
AFP