Tomás Signorello, de 30 años, acaba de llegar al Centro de Atención Fronteriza (Cebaf), en Tumbes. Carga los bolsos de sus tres hijos, su esposa y el suyo propio. Partió de Maturín (Venezuela) el 18 de diciembre, para luego cruzar Colombia y Ecuador en bus. Tras seis días de viaje, pasará la Navidad en el Perú.
Por: Johnny Aurazo / El Comercio Perú
“Tengo sentimientos encontrados. Esta es una fecha muy especial, sobre todo para los niños. Ellos siempre tenían sus regalos y hoy no les puedo regalar nada”, dice.
En las mismas instalaciones fronterizas, Moreli Brito, esposa de Tomás, corta un panetón y lo reparte entre sus hijos y otro grupo de venezolanos. Ella asegura que comer un panetón en su país es imposible, ya que costaría casi lo mismo que un sueldo mínimo: 10 dólares.
Como Tomás y Moreli, unos 1.700 ciudadanos de Venezuela ingresaron ayer al Perú por el Cebaf de Tumbes. Incluso, algunos tuvieron que pasar la noche en la frontera con Ecuador porque no tenían el dinero suficiente para continuar el viaje. Carolina Durand fue una de ellos. “En mi país celebramos con una pierna de cerdo ahumada, pan con jamón y las ricas hallacas [similares a los tamales]. No tuvimos nada de eso, pero no hay que perder las fuerzas”, explica.
Niños y adolescentes
A diferencia de hace algunos meses, en el Cebaf hay una mayor presencia de niños y adolescentes. Según Migraciones, el 30% de los migrantes venezolanos que ingresan al país son menores.
Doña María, por ejemplo, entró al Perú junto a su hija, su nieto Armando y su nieta María Fe, quien sufre de parálisis cerebral y usa una silla de ruedas. “Ha sido muy difícil llegar hasta aquí, pero lo importante es que seguimos juntos. Nos toca vivir una Navidad durísima, pero saldremos adelante”, dice.
También en el control fronterizo, Varela –de 9 años– pinta el sobre de una carta. “Feliz Navidad. Papá, mamá, hermanito, los quiero. Solo pido un regalo: amor y paz en el mundo”, escribe.
A las 7 p.m., la Cruz Roja Peruana entregó cientos de cartas enviadas por peruanos de distintas partes del mundo. El propósito fue brindar apoyo emocional a los migrantes que pasaron la Nochebuena en el Cebaf.