Y canten por la España de siempre,
por la vieja y por la nueva
Andrés Eloy Blanco
En 1972 visité por primera vez España, en ocasión de veranear en Zarautz. Posteriormente, en 1977 y 1978 conocí más a fondo el país, en largos y nutrientes viajes por su dispar geografía. En 2002, viví un año en Madrid, vinculándome desde ese año con el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (CEIAS), a partir de esa fecha visité España todos los años, donde hace ya casi 3 años vivo en la ciudad de los saberes, a fin de participar en los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que organiza Pérez Alencart en Salamanca, dictar conferencias y presentar unos cuantos libros de mi autoría.
Durante todo ese tiempo fui testigo privilegiado de la evolución de España, que pasó muy prontamente de ser una sociedad pacata, católica a machamartillo, endógena, poco moderna a otra – impulsada por su ingreso a la Unión Europea y por los fondos aportados por el Fondo de Cohesión -, moderna, dotada de una envidiable infraestructura vial y aeroportuaria, con una visión más abierta del mundo, moderna y dispuesta a dejar atrás años de dictadura. Particularmente relevante fue la difícil transición, liderada por Adolfo Suárez, que condujo a un efectivo proceso de reconciliación entre hermanos que libraron una cruenta e insensata guerra fratricida, y a la aprobación por referendo popular de una nueva constitución que recogía el espíritu de apertura y conciliación imperante en el momento.
40 años de plena vigencia cumple la carta magna que ha regido la evolución española a una nueva sociedad de respeto a los derechos humanos y de plena tolerancia de las diferencias regionales, tal como se establece en su preámbulo: La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a toda una digna calidad de vida. Establecer una sociedad democrática avanzada, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.
Sin embargo, incomprensibles nubarrones de intolerancia, de segregación, se ciernen peligrosamente sobre la sociedad española. En este sentido, es oportuno recordar las palabras de Suarez: Vamos a sentar las bases de un entendimiento duradero bajo el imperio de la ley. Y permitidme para terminar que recuerde los versos de un gran autor español. Está el hoy abierto / al mañana. Mañana, al infinito. / Hombres de España, ni el pasado ha muerto, / ni está el mañana en el ayer escrito.