La presencia de Evo Morales en la toma de posesión del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sido catalogada como una señal de pragmatismo. Morales fue el único de los mandatarios de la órbita chavista-castrista en asistir este martes a Brasilia. Morales viene de mantener buenas relaciones con Michel Temer, no así Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Por: Juan Carlos Zapata / Al Navío
Los lazos económicos entre Bolivia y Brasil son estrechos. “Estratégicos”, escribió Evo Morales en su cuenta de Twitter. Se afianzaron en los años en que gobernaron Lula Da Silva y Dilma Rouseff. También esa fue la ecuación para Caracas y La Habana. Pero Morales tiene que jugar en el terreno de los intereses de Brasil. Es una paradoja. Lo que hicieron Lula y Rousseff y las empresas de Brasil por estrechar las relaciones con Bolivia, es hoy la principal fuerza de Bolsonaro hacia Morales, un adversario ideológico, aunque La Paz siga siendo un socio comercial.
Lo que está atado no ha podido romperse, pese a que Evo Morales fue un duro crítico en 2016 de la destitución de la presidenta Rousseff. Pero a finales de 2017, Evo Morales visitó a Michel Temer, con quien firmó varios tratados de cooperación, entre otros, el más importante tiene que ver con el proyecto del Tren Bioceánico, que es la obra que Morales ha colocado en el radar de las inversiones mundiales. Una obra de 10.000 millones de dólares, en la que habrá inversión de Alemania, Suiza, China y España. Es una obra para la que Bolivia necesita a Brasil. Como se sabe, según ha informado ALnavío, “el llamado Corredor Ferroviario Bioceánico de Integración está proyectado para unir, a través de Bolivia, el puerto peruano de Ilo con el brasileño de Santos. Además de Bolivia, Brasil y Perú, también se beneficiarían Paraguay, Uruguay y Argentina mediante la construcción de un ramal del ferrocarril desde territorio boliviano hacia una zona portuaria en suelo paraguayo vinculada a la hidrovía de los ríos Paraguay-Paraná”. Los acuerdos firmados con Temer hacían énfasis en el aumento del tráfico ferroviario entre Bolivia y Brasil.
De modo que Morales sabe que el éxito del proyecto pasa por mantener unas mejores relaciones con Brasil. Con el Brasil de Bolsonaro que, en la geopolítica sudamericana, asoma desde ya como un aliado fuerte del Chile de Sebastián Piñera, el Chile que le acaba de ganar a Bolivia en el Tribunal Internacional, la demanda por la salida al mar. El Chile de las relaciones cordiales y tirantes al mismo tiempo con Bolivia. Ya Bolsonaro también insinuó que la Argentina de Mauricio Macri y la Colombia de Iván Duque se incluyen en un eje de poder regional, contra el autoritarismo, la izquierda y el chavismo.
Llega Bolsonaro a la Presidencia siendo un duro crítico del socialismo. Del socialismo de Cuba y de Venezuela. Del socialismo de Nicaragua. Con La Habana, Caracas y Managua ha sido directo. Bolsonaro es uno de los mandatarios que no reconocen el segundo periodo de Nicolás Maduro que arrancará este 10 de enero. A Maduro no lo invitó a la toma de posesión, tampoco a Miguel Díaz-Canel, el líder cubano, ni tampoco a Daniel Ortega, de Nicaragua. Apenas ganó las elecciones, se procedió con el retorno de los miles de médicos cubanos que trabajaban en Brasil bajo el paragua del programa Más Médicos pactado desde 2013 entre el gobierno de Lula y el régimen de La Habana. Es un programa parecido al de la Misión Barrio Adentroacordado entre los fallecidos presidentes Hugo Chávez y Fidel Castro.
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