Los venezolanos nos exigen unidad. La comunidad internacional comenta que una de las dificultades más importantes para lograr el cambio político en Venezuela es la falta de unidad del mundo opositor. La realidad es que no estamos unidos. Sin embargo, no comparto los niveles o magnitudes de los que se habla. Creo que se exagera. La dirigencia opositora –casi toda– se reúne con más regularidad de la que muchos piensan. Pero hay criterios enfrentados. Hay diversos puntos de vista. Aunque todos estamos de acuerdo en que debe lograrse el cambio político en nuestro país, hay diferencias en el cómo y esas diferencias nos llevan a divergencias en el cuándo. Es un asunto complejo que debe ser atendido con una visión estratégica.
Desde mi perspectiva, la unidad no es un fin en sí mismo, pero sí pareciera ser, en estos momentos, una condición necesaria para el logro del objetivo planteado. Para muchos sería muy fácil lograr la unidad. De este lado, no lo veo como algo fácil, pero sí posible. ¿Cuál es la dificultad más importante para lograrla? La falta de confianza. Sin ella no hay unidad consistente. ¿Que hace falta entonces para lograr la unidad como herramienta para el logro del cambio político? Creo que es necesario y urgente que planteemos una serie de puntos básicos a ser respetados por todos y me atrevo a proponerlos: 1. El objetivo fundamental es recuperar el país y para eso es imprescindible lograr el cambio político. Nada puede llevarnos a tomar decisiones que consistan en la permanencia de la dictadura en el poder. 2. La unidad no sólo atañe a los factores políticos sino al país nacional. Debe lograrse el fortalecimiento de instancias como el Frente Amplio Venezuela libre, en el que todos podemos encontrarnos. 3. Debemos tener claro que el momento requiere que intensifiquemos la presión, interna e internacional, hasta que se den condiciones para el logro de ese cambio político. 4. Ese ejercicio de la presión junto a sus riesgos, debemos asumirlo todos. 5. Ningún dirigente opositor debe tener comunicación con ningún actor de la dictadura. Cualquier intento en este sentido tiene que ser conversado y acordado previamente. 6. La negociación será una realidad cuando, logrado el máximo nivel de presión, deban darse garantías a los dictadores para que salgan del poder. 7. Todos debemos comprometernos con bases acordadas para la transición y con un plan de gobierno que una a todo el país alrededor de acciones tendientes a la urgente recuperación económica, social, política e institucional.
El momento es realmente crucial y definitivo. El proceso político debe ser guiado, orientado por un sector político que debe tener muy clara la dimensión de nuestro rol en este momento histórico. Por eso me parece que es necesario que recordemos a Santo Tomás Moro, patrono de los gobernantes y los políticos. La defensa de sus valores y principios lo llevó a una injusta sentencia de muerte que asumió con honor y dignidad. También me parece pertinente que recordemos al Cardenal vietnamita Xavier Van Thuan, quien pasó trece años de su vida preso por el régimen comunista de su país. Este último es el autor de las Bienaventuranzas del Político que, por servirnos de guía, anexo a continuación:
1. Bienaventurado el político que tiene un elevado conocimiento y una profunda conciencia de su papel.
2. Bienaventurado el político cuya persona refleja la credibilidad.
3. Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
4. Bienaventurado el político que se mantiene fielmente coherente,
5. Bienaventurado el político que realiza la unidad y, haciendo a Jesús punto de apoyo de aquélla, la defiende.
6. Bienaventurado el político que está comprometido en la realización de un cambio radical.
7. Bienaventurado el político que sabe escuchar,
8. Bienaventurado el político que no tiene miedo.
¡Hagamos todo para salvar a Venezuela!