Los animales han concitado el interés de la humanidad, desde los inicios mismos de la vida del ser humano. Reales o mitológicos, amigos o amenaza, utilizados tanto en la guerra como en la paz, han estado presentes ocupando, incluso, un sitial protagónico en la vida de algunos importantes personajes históricos.
La literatura no ha sido ajena a esta fascinación o rechazo: recordemos El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges, Los animales políticos de Guillermo Morón o el Bestiario familiar de quien esto escribe. La Revolución Bolivariana también tiene sus animales favoritos o no. En efecto, además de bonita, castrocomunista, pacífica pero armada, antiimperialista, revolucionaria, humanitaria, es también animalista: ama los seres vivos siempre que no sean los prescindibles escuálidos, los presidentes colombianos o del imperio, mandatarios europeos, periodistas, en fin, la lista es larga, el espacio corto.
De un breve análisis de sus desastrosos 20 años de destrucción nacional, se evidencian estos animales:
1. Los equinos, ya el Eterno a sugerencia de su hija, ordenó cambiar la posición del caballo blanco del escudo, comentan que El Designado tiene previsto reemplazar ese caballo albo, escuálido, oligarca, por un Burro Negro, a fin de reconocer la laboriosidad del asno y de rendir merecido homenaje a los afroamericanos venezolanos.
2. Las focas, en virtud de su fidelidad y su capacidad para aplaudir las arengas de los dirigentes bolivarianos.
3. El lagarto, con la iguana desestabilizadora, presente en todos los boicots a la revolución, los socialistas del siglo XX no quieren nada, mientras que el lagarto sin hueso es bienvenido en los sancochos dominicales de palacio, previo a la sobre barriga con papas arrugadas.
4. Las anacondas, mapanares o cascabeles, siempre tendrán un puesto en las filas del socialismo bolivariano.
5. Los conejos de Bernal, desafortunadamente se unieron a la diáspora y, en manada, de exilaron en el otrora hermano país.
6. Ratas, ratones, cucarachas y gusanos, disfrutan de un trato privilegiado de la revolución, siempre contarán con suficiente basura para alimentarse y reproducirse.
7. El cerdo, no es muy bien visto, el desmadre con los perniles lo demuestra, hay además una Razón de Estado, la solidaridad con los hermanos musulmanes.
8. El cordero, siempre que sea turco y manducado – como sultán – en el propio Estambul.
Recientemente – en tiempos de fracasado dialogo – la dirigencia revolucionaria, contó con Bambi, no el tierno animalito de Disney, se trataba más bien de un exmandatario ibérico, un cantamañas responsable de la profunda y depredadora crisis española.