“El 10 de enero de 2019 no pasará nada de lo que no haya pasado antes”. Así le respondí a cada una de las personas que querían saber mi opinión sobre lo que ocurriría el día de la juramentación de Nicolás, como “Presidente” de Venezuela, por seis años más. Juramentación que, por cierto, está ocurriendo en este instante, mientras escribo estas líneas. Sé que a muchos no les gustó mi respuesta. Entiendo el entusiasmo de quienes ven en el Grupo de Lima y en los países que han declarado que no reconocerán a Maduro como Presidente, el detonante que nos sacará de este martirio. Sin duda, reconforta saber que no sólo una buena parte de los venezolanos rechaza al régimen. Sin embargo, hace falta mucho más que repudio internacional y nuestra repulsión visceral hacia el chavismo/madurismo para que el escenario sea otro. Por eso, el 10E no pasó nada. Ni los días subsiguientes. Querámoslo o no, esta historia aún no termina porque, insisto, estos delincuentes que tomaron el poder han tenido los recursos y el tiempo para consolidarse e imponerse.
Esta gente, este narcoestado, va seguir gobernando. Se inició “El Nicolanato”. Idearán nuevas estrategias, artimañas y enmiendas para perpetuarse. Negociarán; pero, para seguir mandando como a ellos les dé la gana, con quien a ellos les dé la gana y hasta que a ellos les dé la gana. Continuarán nombrando -a su conveniencia- a los miembros de sus Poderes Públicos con los que gobernarán, no sólo hasta el 2025. Veremos morir de viejos a los ministros de siempre, que seguirán saltando de una cartera ministerial a otra, hasta saquear los presupuestos y redirigirlos hacia sus cuentas bancarias. A estos delincuentes que tienen dos décadas sometiendo a nuestro país a esta neodictadura, les faltarán años para derrochar el dinero que han robado, y serán sus descendientes, las nuevas castas dominantes de una nación devastada, la única elite dominante que disfrutará de una calidad de vida erigida sobre el hambre, la miseria y la muerte prematura de muchos venezolanos.
Ahí está Nicolás. Diciendo que ha cumplido con la Constitución: una carta magna de la que este régimen abusa como pederasta. Allí está Nicolás, ofreciendo y describiendo a un país que solo existe para ellos. Con bonanzas que sólo disfrutan ellos. Inventando amenazas, ataques y conspiraciones a las que les atribuye la responsabilidad del fracaso de sus medidas. Respaldado por todos lo que hacen posible que la pesadilla continúe. Allí está el alto mando militar; ese al que la sociedad civil le hacía un llamado para que reaccionara y despertara. ¿Pero, quién va a despertar si, hoy como nunca, el país bajo esta tiranía les ofrece lo que jamás soñaron tener? Allí están los miembros del TSJ Expres, con sus magistrados de dudosa reputación, tan culpables como los acusados que sentencian, avalando un nuevo mandato de un dictadorzuelo que les conviene solo a ellos. Allí están: las mismas caras de hace veinte años. Con más canas, más lujos, más gordura, más botox, más descaro, más cinismo, más ambición…sentados frente al dictador que habla la misma paja de siempre, mientras ellos sonríen y aplauden, no por las palabras de Nicolás, sino por los beneficios que seis años más significan para sus bolsillos.
El profesor Oscar Valles, el 9 de enero, describía cuatro posibles escenarios para el 10E. Pero, citaré sólo uno, con el que estuve completamente de acuerdo con él: “se realiza la «coronación» de Maduro en total indiferencia y apatía del país. Declaraciones de voceros nacionales y extranjeros sin mayor trascendencia. Respaldo absoluto de las FAN y celebraciones en las filas socialistas”. Me parece que, muy a nuestro pesar, y aun cuando en este instante en la OEA, con diecinueve votos a favor; seis en contra, ocho abstenciones y una ausencia, el Consejo Permanente acuerda “no reconocer la legitimidad del período del régimen de Nicolás Maduro a partir del 10 de enero de 2019”, Venezuela seguirá bajo esta tiranía que ha sabido fortalecerse con cada uno de los desaciertos de una oposición, cada vez más disminuida.
Por eso, nada de lo que ocurre hoy, no ha pasado antes. Esto ya lo hemos padecido. ¡Cómo es posible que lo permitiéramos! El perfil de los Presidentes venezolanos se ha devaluado a niveles donde la ignorancia es la que triunfa, la ideología se impone y los estrategas capacitados son desdeñables. ¿Dónde está la intelectualidad que debería estar gobernando a nuestro país? ¡Cómo permitimos esto! Maduro tiene puesta una banda presidencial y no la merece. ¡No le corresponde! Sin embargo, lo logró. Se juramentó y no dejará que nadie le arrebate lo que considera suyo por mandato de un pueblo que adiestró para que sea instintivo –como los animales- y no una sociedad civil pensante.
Se inicia un nuevo capítulo de esta historia de horror sin precedentes, con un régimen que desgobernará hasta 2025. Un capítulo en el que, me pregunto, si por fin veremos a una oposición consolidada, proba y vacunada contra las tentaciones que, sin duda, Nicolás y sus secuaces, les ofrecerán para que sigan sirviéndole a sus planes de perpetuidad en el cargo que hoy, ilegítimamente, asume. Cadena tras cadena, como quien hace de su vida un reality show, seguiremos viendo a Maduro meter la pata, decir brutalidades, inaugurar obras inexistentes, bajar precios, quitarle ceros al bolívar, inventar criptomonedas, negociar con los franceses, con los rusos, con los turcos, decretar lo que la dé la gana… ¡Por lo menos, seis años más: El Nicolanato!
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