En el caso de la Venezuela de este enero 2019, está en la mayoría de los ciudadanos. En la Unión Europea, y los países líderes mundiales con las excepciones mezquinas de China y Rusia, hasta potencias lejanas como Japón. En América, la del norte excepto México -del revolucionario pro-chavista López Obrador, que los mexicanos van conociendo y temiendo-, del centro con la obvia excepción de Nicaragua y la brutal pareja que la tiraniza; desde el sur con el terco empeño de Evo Morales, quien mascando coca quiere ser más castrista que Castro y más chavista que Chávez; y sus regalos le hacen olvidar que a Maduro sólo le quedan dólares para cancelar la costosa represión -aunque los represores están desertando, ahítos de sangre, torturas, rechazos y la angustiosa sensación de que esto termina- y que para Washington sólo es un problema a resolver.
Por Armando Martini / @ArmandoMartini
Cambiar, juzgar y sancionar a Maduro e integrantes de su pandilla es voluntad política de la mayoría ciudadana sin importar su nivel socio-económico, y de los que desesperados se han ido, ¿recuerdan aquello de “seremos millones”? como los atascados aquí resistiendo y que, de momento, seguimos siendo más millones.
¿Y no basta con abrir los ojos y mirar para convencernos de que la realidad es, en realidad, el más auténtico de los milagros? según Oliverio Girondo -poeta, articulista y escritor argentino vinculado a la vanguardia porteña.
Donde no parece haber la misma voluntad política es en las dirigencias de los obsoletos partidos y arcaicos dirigentes, que no dejan solo ni por un momento al Presidente (e) Juan Guaidó, aunque hay que preguntarse si sólo son cosas de juventud e inexperiencia, o la falta de voluntad partidista suficiente para dar el paso sin vericuetos ni leguleyismos interesados.
Que tengan o no esa voluntad no está del todo claro, aunque den señales positivas, sin embargo, el ciudadano reclama contundencia inteligente. Reuniones de masas no es suficiente, hay que cambiar la tranquilidad de incurrir en realizar actos en zonas medio-clasistas, que pueden impactar y alejar a los sectores populares que esperan angustiados por quien los pueda defender, representar y liderar. Mucho menos decir pendejadas de fracasados como que, la Asamblea Nacional no puede asumir el gobierno, porque no tiene el poder físico para hacerlo. Hay que arriesgar, damas y caballeros, la tiranía sigue en Miraflores, la Constituyente cubana continúa reuniéndose y disfrutando del poder, si bien habría que asumir, padecen del nerviosismo de los sitiados que observan atormentados cómo van cayendo sus murallas, se le va acabando la comida y pudriéndose el agua.
La comunidad interna y externa está actuando con carácter, mientras mequetrefes ¿y cobardes colaboracionistas politiqueros? siguen preocupados por conversaciones y pactos que sólo son retrasos. Por cierto, el desconocimiento de gran parte del mundo a esta afrenta, no fue producto de los idiotas que por conveniencia llamaron a votar aun a sabiendas de las trampas fraudulentas y la consecuente ilegitimidad. La voluntad política internacional es vital, obliga a sectores opositores a mirar más allá de su ombligo, y al mismo tiempo, cierra espacios a la dictadura castro-comunista que ha invadido a Venezuela. Pero requiere la reacción de los interesados, los que vivimos en este país reprimido por Maduro y sus fuerzas de control. El 23 de enero es una magnífica oportunidad.
El Grupo de Lima se ha manifestado en no reconocer a Maduro, junto con Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania entre otros. En el mundo existen 194 países reconocidos por la ONU, sería mucho pedir una posición unánime. Entre los que reconocen la ignominia y se hacen cómplices se encuentran Cuba, Bolivia, Nicaragua, Rusia, China, Irán, Siria. Otros que juegan a la continuidad del castrismo son los españoles gilipollas de Podemos -aunque el coleta trata de apartarse-, México y el electo presidente, postulado por la coalición “Juntos Haremos Historia”, y la harán, destruirán a esa gran nación, aplicando la política chavista; y la trágica, lamentable, permisiva, hasta encubridora posición del Vaticano, diferente del coraje, perseverancia y claridad de los obispos venezolanos.
Nos guste o no, es imposible olvidar que continúan vigentes dos enfoques dentro de la oposición. Quienes desean ansiosos ir al diálogo y elecciones arregladas -no importa cómo-, y los que toman posiciones firmes de coherente valentía frente a la dictadura. Otro asunto que nada o poco se menciona, es que los dinosaurios temen correr la misma suerte del régimen, salir evacuados con ellos. Y saldrán, generaciones no comprometidas buscan las riendas del liderazgo y las asumen.
Hay que reconocer, los estallidos y revoluciones no nacen ni se consolidan en un día, son procesos en desarrollo, no subibajas, en acción diaria. La independencia no se hizo el 19 de abril 1810. Ese Jueves Santo explotó un sentimiento más intelectual que popular que venía desde fines del siglo anterior, y se dio participación al ciudadano llano. El documento para la declaración de voluntad política se presentó y discutió un año después, 5 de julio 1811, y fue firmado a lo largo de la semana siguiente. Diez años pasaron, se libró y ganó la batalla decisiva, Carabobo, y tres años más tarde la beligerancia final en aguas del Lago de Maracaibo.
Pero en esa causa había voluntad política en continuo desarrollo, y líderes que, como Bolívar, Páez, Arismendi, Mariño, Bermúdez y otras excelencias, no negociaron ni dialogaron, combatieron poniendo sus vidas y empeños.
¿Qué es lo que piensan y esperan algunos dirigentes del partidismo opositor? ¿Seguir hablando y llamar a los militares a que den el paso que ellos no terminan de dar?
Comenzó la transición, Juan Guaidó como Presidente (e) de Venezuela, ha logrado el consenso y voluntad política de más del 80% de la ciudadanía, y la internacional del mundo libre y democrático. Empujemos todos, como uno solo, demos la bienvenida al futuro y a la venezolanidad; y si queremos el mismo resultado del 23 de enero 1958, estamos obligados a comportarnos como aquella valiente y corajuda generación, activando a la sociedad de principios éticos, valores morales y buenas costumbres ciudadanas, factores de unidad, calle, despertar institucional, cuidar los apoyos y dar soporte a los liderazgos sólidos no corrompidos que emergen en los hervores de la lucha.