Cuando se decía que con el Plan País se acallaba a quienes sostenían que la oposición no tenía una propuesta que ofrecer a la nación, se cometía una gran injusticia, pues el año 2011 numerosos grupos de especialistas estuvimos colaborando en la conformación de los “Lineamientos Programáticos para el Gobierno de Unidad Nacional”, preparado por la MUD”, magnífico documento de 175 páginas, en el que sector por sector del país, se formularon lineamientos, o el “Qué” hacer en cada caso.
Por Miguel Méndez Rodulfo
A mi humilde entender, nunca antes en la historia venezolana gobierno alguno había podido contar con una referencia de planificación tan acabada, completa, de tan alto nivel técnico y que fuera además unitaria. Así, los lineamientos señalaban claramente un rumbo para Venezuela. Las diferencias entre los Lineamientos Programáticos y el Plan País son varias: los primeros fueron formulados por técnicos y se enfocaron en propuestas sectorizadas (salud, educación, desarrollo urbano y vivienda, seguridad ciudadana, agua potable y saneamiento, electricidad, etc.) a ser aplicadas en una futura gobernabilidad democrática; los segundos fueron elaborados por los políticos con el apoyo de algunos técnicos, aunque a través del Frente Amplio se trató de lograr la participación de la sociedad civil, propósito que me genera dudas que se haya logrado, tienen el formato de un Acuerdo Nacional para la Transición, y no se detallaron sector por sector. En todo caso, como lo dije en mi anterior artículo, es muy loable que el estamento político se ocupe de temas de planificación que resuelven los problemas de la gente y sobre todo que le pongan el ojo al período de Transición.
En este punto he de insistir en lo que ha sido mi prédica desde hace bastante tiempo. Hay que reconocer tres escenarios: la Transición, período de alrededor de dos años centrado el reconstrucción de infraestructuras, equipos humanos, procesos, tecnologías, etc; el período de las Políticas Públicas, o lapso en que se ha recuperado la normalidad operativa y es posible aplicar propuestas en un país normal o relativamente estable, y por último hay que tener claro el período de largo plazo o Visión País, etapa en el que se marca un rumbo claro al desarrollo en consonancia con las tendencias mundiales.
Tener este panorama claro es crucial porque el tema es que colocar un ladrillo durante la transición debe ser realizado con criterios del primer mundo, solo así despegaremos del subdesarrollo. La Transición, no es que no requiera un acuerdo, bienvenido sea, pero ésta se caracteriza por acciones muy puntuales y especificas de reconstrucción, pero también comprende los aspectos coyunturales referidos a asumir y controlar el poder, establecer un orden institucional, normalizar los procesos operativos, implementar planes de mantenimiento, diseñar e implantar programas de empleos sociales y comenzar a sembrar los fundamentos de las políticas púbicas. La Transición en su fase inicial (primeros 6 meses) será eminentemente humanitaria referida a canalizar la ayuda internacional en medicinas y alimentos.
Un aspecto estratégico es que en este momento será crítico el funcionamiento adecuado de los puertos, algo complicado de lograr dado el estado ruinoso en que se encuentran, los problemas de electricidad y agua que los afectan y la fuga de capital humano que han sufrido. Por cierto, al principio deben llegar también varios barcos cargados con cauchos, baterías, arranques, bombas de gasolina/agua y demás repuestos que demanda la flota nacional de gandolas, porque si no los alimentos y medicinas no podrían ser sacados de los terminales portuarios.
Otra cosa es que hay que eliminar todas las alcabalas de las carreteras (es un deseo particular), pero al menos garantizar que los convoyes de alimentos, debidamente custodiados por militares, no sean detenidos y puedan llegar hasta los confines de la República.
Tales y detalladas son las acciones de la Transición, que además se deberían elaborar sector por sector, para ver como en el menor tiempo, con la mayor economía y efectividad, levantamos al país de la ruina en que se encuentra, siempre siguiendo preceptos de altísima calidad, eficiencia y estricta honestidad. En el período humanitario de la Transición, podremos caminar y mascar chicle; de manera que a la vez que canalizamos la ayuda internacional en medicinas y alimentos, simultáneamente arrancaremos con la planificación de la reconstrucción de la infraestructura.