A menos que hayas estado viviendo bajo una piedra durante los últimos tres días, a estas alturas ya habrás tenido suficiente del #10YearsChallenge, el reto de los 10 años, publica BBC Mundo.
El más reciente desafío viral de las redes sociales consiste en publicar una foto de hace diez años, junto a otra de 2019.
El juego se extendió rápidamente y en él han participado desde usuarios comunes de Facebook e Instagram hasta celebridades y cuentas de autoridades oficiales o personas que simplemente querían bromear.
En los últimos días, tan solo en Instagram, los hashtags #10YearsChallenge y #10YearChallenge han acumulado más de 3,5 millones de publicaciones.
Es un pasatiempo al parecer inocente y, como casi todos los retos en las redes, seguramente va a ser efímero. Solo es cuestión de días para que aparezca otro reto que haga cosa del pasado el #10YearsChallenge.
Pero, ¿para qué servirán esa cantidad de fotos una vez pase el furor?
¿Hay algo detrás de la simple diversión de participar en el desafío?, ¿hay alguien que pueda estar lucrándose del juego?, ¿tiene algún riesgo para nuestra privacidad participar en modas como #10YearsChallenge?
¿Solo un juego?
En varios medios y redes sociales algunas personas han mostrado su preocupación por las implicaciones que puede tener el reto y que la gran mayoría de los usuarios no conocen o no les importa.
Una de ellas es Kate O’Neill, experta en estrategias digitales y quien se define como tecnohumanista.
O’Neill, en un artículo en la revista Wired, se pregunta irónicamente: “El reto de los 10 años es solo un meme inofensivo, ¿cierto?”.
Aunque no hay manera de saber exactamente para qué (si es el caso) se están utilizando las fotografías del reto, O’Neill menciona algunos de los posibles escenarios, unos inocuos, pero otros, por lo menos, inquietantes.
Hoy las compañías tecnológicas invierten grandes recursos en mejorar sus sistemas de reconocimiento facial.
Según le explica a BBC Mundo Anil Jain, investigador de visión computarizada y biométrica en la Universidad Estatal de Michigan, empresas como Facebook o Google se dedican a rastrear la red para recopilar grandes volúmenes de información.
Bajo esa lógica, el #10YearsChallenge simplemente les facilita esa tarea.
“Es solo un juego”, dice Jain. “Pero en el proceso estamos dando información valiosa y etiquetada”.
“Es una forma inteligente de recolectar información”.
¿A dónde van nuestros rostros?
La gran pregunta es quién y para qué se usa esa información.
Entre los escenarios que plantea O’Neill está que se pueda usar para encontrar niños que llevan mucho tiempo perdidos y que a través de un sistema de reconocimiento facial se pueda calcular cómo se ve ese niño en la actualidad.
Otro uso puede ser la publicidad dirigida. Si un sistema es capaz de reconocer un rostro, puede ofrecerle productos con base en su edad u otras características físicas.
Pero también podría tener otras consecuencias.
“La forma en la que estás envejeciendo puede tener inmensas implicaciones en el futuro”, le dice a BBC Mundo Ann Cavoukian, experta en temas de privacidad y tecnología en la Universidad Ryerson en Canadá.
Cavoukian explica que si un sistema es capaz de notar lo rápido que envejeces, puede, por ejemplo, utilizar esa información para aumentar el precio de un seguro de vida o de salud.
Un caso polémico ocurrió en 2016, cuando Amazon comenzó a vender sus servicios de reconocimiento facial a agencias del gobierno de EE.UU.
La tecnología podía usare para rastrear a sospechosos pero también a personas inocentes.
Con base en estas preocupaciones, organizaciones civiles y algunos accionistas y empleados de Amazon, le pidieron a la compañía que dejara de vender el servicio.
¿Paranoia?
Mediante un correo electrónico, Facebook le afirmó a BBC Mundo que el #10YearsChallenge “es un meme generado por un usuario y que se volvió viral por sí solo”.
“Facebook no comenzó esta tendencia… y no gana nada de este meme”.
Además, la red social advierte que cualquier persona puede desactivar la opción de reconocimiento facial en cualquier momento.
Cavoukian y Jain coinciden en que para un usuario del común es muy complicado saber exactamente para qué se usará su información. Sin embargo, también recomiendan ser cautos.
“Esto es algo voluntario”, dice Jain. “Así que si te preocupa tu privacidad, simplemente no juegues”.
Cavoukian, por su parte, es más contundente.
“Nuestro rostro es una de las fuentes de información más valiosa para las tecnologías que están emergiendo”, dice.
“Yo insto a la gente a que se abstenga de hacerlo”, agrega.
“Si después de analizar las posibles consecuencias, decides hacerlo… ¡adelante! Pero primero piensa en los efectos que puede tener a largo plazo.”
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