A la par del manotazo aparece la Asamblea Nacional asumiendo su papel histórico de único poder legítimo asentado en el país y con el inédito respaldo de la comunidad internacional nunca visto en el continente. De jure le corresponde al presidente del Parlamento ejercer la presidencia interina y justo es reconocer que lo ha venido haciendo con prudencia y audacia. Aquí reside el meollo del asunto, darle el manejo correcto, realizar en la actuación pública un apropiado balance de las variables de la prudencia y la audacia. Siento que hay que darle más peso en estos momentos a la segunda, con miras a resolver y superar la grave circunstancia dilemática que vivimos como sociedad. Toca protagonizar un momento de esos que cambian la historia, que definen la vida. Es momento de avanzar, de escalar en el empinado camino para desalojar a la dictadura, acelerando la fuerza irreversible para una transición.
La simbología es poderosa y necesaria para reforzar el acto formal de la designación del presidente interino, para irlo concretando paso a paso en su ejercicio. La comunidad internacional le arrancó el brazo a la Asamblea Nacional para que esto se materialice.
Sin cambio político no hay cambio económico, el desafío sobre la marcha es consolidar la fuerza política derivada de la social, mayoritariamente visible. Un contingente importante de la población ha entrado en pobreza extrema, no se puede vivir así muriéndose de hambre sin decir ni pío.
Cuidado, mucho cuidado, con la palabra diálogo en boca del impostor, es sencillamente engañoso en boca de mentira fresca como lo llaman sus propios camaradas. Busca comprar la legitimidad que no tiene. La lucha que libramos hoy es en blanco y negro. Una sola condición debe verificarse: el desalojo de la dictadura y el fin de la usurpación. En esta instancia si serían propicios todos los diálogos necesarios para reasegurar la paz social. Se hace imposible pactar una transición ordenada con quien ha generado el caos.
Si la tiranía resolviera por la fuerza de las bayonetas disolver la Asamblea Nacional, entraríamos en el campo del No Derecho, que le cierra toda salida al Estado criminal.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!