A 61 años del tal acontecimiento que dió al traste con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, con innumerables referencias escritas por estudiosos del momento cruel e ignominioso que padeció la patria y que pensábamos románticamente que no se repetiría jamás, me atrevo, a grandes trazos a recordar la participación de quienes arriesgaron sus vidas y guiados por el deber ineludible de luchar por la libertad y dar muestra de resistencia en la clandestinidad o de “cara al viento” corrieron riesgos, sufriendo en carne propia violencia y torturas en las mazmorras de la Seguridad Nacional, en las colonias móviles del Dorado cárcel para los peores delincuentes, en la Cárcel Modelo en los campos de concentración de Guasina y Sacupana escenarios de horror y muerte; otros aventados al exilio, al destierro, procedimiento clave de las dictaduras oprobiosas. El odio y la venganza implacables sembraron muerte, dolor y lágrimas, atropellos e injusticias.
Hoy a 61 años de aquel 23 de Enero de 1.958 en esta hora oscura, quienes creemos en la democracia civilista tenemos la obligación de recuperarla, defenderla, deslastrarla de procederes insanos que la mancillan. Si guiados por la comodidad, la desidia, el miedo u otros bastardos intereses y cruzáramos los brazos desalentados y temerosos, o nuestro pensamiento se extraviase en pequeñeces y mediocridades, o creyésemos en cantos de sirenas de los eternos aprovechadores de oportunidades que hoy muestran su verdadero rostro acomodaticio claudicante y entreguista por apetencias personales o de grupos, de verdad, que las generaciones venideras no nos lo perdonarían.
La Venezuela de todos en veinte años ha vivido experiencias de lucha riesgosa, de crímenes y persecuciones, de corruptelas indignantes, de torturas sin clemencia ejecutadas por sicarios inescrupulosos de baja ralea que en cada tiempo perfeccionan el oficio con o sin capucha que los convierte en hienas desclasadas. Luego el 23 de Enero, éste que nos toca vivir, es un aldabonazo para reconquistar definitivamente la democracia compatible con nuestra dignidad humana y con los atributos de una ciudadanía decente y responsable. Lo que tiene valor se conquista, lo que tiene precio se compra o se vende. “El coraje es virtud macabea es la condición de la empresa audaz, del tiempo enemistado”. Los pueblos -como dijo Rodolfo José Cárdenas –que confían en su propia fuerza están inclinados a actos de coraje. “Fuerza y Fe”.