Hice saber a una prominente y admirada figura de la televisión venezolana que usaría, sin pagar royalty, un término que ella utilizó en un chat y que me parece que describe muy bien a quien en su paranoia ve en todos lados una conspiración: conspiranoico.
Estamos en un momento estelar de nuestro quehacer político. Un joven de los que participaron en las protestas de 2007 y que propinaron una derrota histórica a la pretensión de Hugo Chávez de perpetuarse en el poder mediante la modificación de la Constitución asume la presidencia interina de Venezuela según reza el artículo 233 de la carta fundacional. Este hecho me generó mucho agrado en la medida que satisface uno de mis deseos más preciados, que una nueva generación tome las riendas del país para que con una mente fresca y moderna nos introduzca de una vez por todas en el Siglo XXI.
Desde el 23 de Enero es mucho lo que ha pasado en términos de acción política y manifestación popular. El pueblo venezolano se ha desbordado en la calle dos veces para mostrar su rechazo a la usurpación de Maduro y apoyar el arrojo de una persona que con apenas treinta y cinco años asumió el reto de enfrentarse a la brutal dictadura que somete y oprime a nuestra gente.
El fin de semana que comenzó el primero de febrero vimos un cúmulo de situaciones, interpretaciones de las mismas, opiniones y declaraciones que llevaron a pensar que era inminente el comienzo de la tan ansiada ayuda humanitaria. Sabemos que no ocurrió, y que eso causó frustración entre quienes piensan que con esa acción estaríamos frente al fin de la ocupación forzosa de Maduro en Miraflores.
Debo decir que me sorprende la actuación poco meditada de algunos líderes de opinión que a través de las redes sociales, los chats de todo tipo y hasta en declaraciones a los medios han sugerido que detrás de la presunta inacción hay una conspiración para repartirse cuotas de poder, preservar el status quo y todo tipo de sugerencias. La siembra de la desconfianza en este momento es verdaderamente letal para nuestras aspiraciones de librarnos del oprobio castro-chavista.
Algunos líderes de opinión alegan que accionar la ayuda humanitaria depende del Presidente (E) Guaidó. Lo cierto es que él ya hizo la solicitud del auxilio necesario para palear la grave crisis que viven millones de venezolanos. El punto esencial en esta materia es que depende de quienes van a prestar la colaboración alistarse, tener los recursos a disposición y movilizarse a introducir la tan esperada ayuda.
Culpar a Guaidó de inacción lo quiero tomar como falta de conocimiento de los procedimientos asociados a este tipo de operaciones más que como el propósito de buscar el enfriamiento de la calle y el reacomodo del gobierno. Esto lo digo porque un avezado analista sostiene que hay sectores en el exilio a los que no le conviene que se solucione el problema venezolano porque perderían el estatus que poseen en los países que los albergan. Estoy convencido de que esta sospecha de mi amigo no tiene fundamento alguno.
El momento histórico que vive nuestro país depende en buena parte de las alianzas internacionales que líderes de la oposición han logrado consolidar durante los últimos años.
En ese sentido la actuación del Grupo de Lima ha sido impecable, ejemplar y de una absoluta solidaridad con el pueblo venezolano. Lamentablemente, algunos líderes de opinión no entienden que este grupo de diplomáticos no pueden hacer declaraciones de guerra ni amenazar con intervenciones militares. Eso está sobreentendido en el compromiso de colaborar con la ayuda humanitaria. Básicamente porque se considera un acto de guerra impedir que la ayuda se haga llegar a los sectores más afectados.
Es falso entonces que el Diputado Julio Borges haya impedido que se avance en la búsqueda de una solución para Venezuela. Hubo incluso un reclamo de una líder de opinión hacia Borges de que no había desmentido la especie. Quizás no tuvo la oportunidad de ver al parlamentario decir en un medio de comunicación que transmite desde la ciudad de Miami que la solución de Venezuela viene por las buenas o por las malas.
Lo cierto es que anda mucha gente con bastante ansiedad, y en el manejo de la misma crean teorías de conspiración que convierten en verdades y las presentan como tales. Esto es al menos irresponsable y las consecuencias de desmoralización de los venezolanos empoderados a partir del 23E son nefastas y terminan siendo una colaboración con la usurpación de Maduro.
En momentos como los que vivimos los líderes de opinión tienen una responsabilidad muy grande. No pueden convertirse en los propietarios absolutos de la verdad. Después de todo, lo que presentan son sus opiniones, es decir pareceres o sentimientos con respecto a aspectos medulares del proceso político que estamos viviendo. Muchas veces esas opiniones se crean sin suficiente información para formarse un juicio ajustado del tema que se quiere tratar.
Estamos llamados a acompañar un proceso político que viene siendo manejado bajo los mejores criterios y acompañado por personalidades internacionales que nos tienen que percibir unidos alrededor del claro propósito de recuperar la democracia para Venezuela. Es el momento de guardar las facturas y enfocarnos en el objetivo superior de liberar a nuestro pueblo de las nefastas fuerzas que se han apoderado de nuestro territorio.
Ya habrá tiempo para investigaciones. Ya habrá tiempo para las facturas. Ya habrá tiempo para proponer las mejores prácticas para lograr el desarrollo del país. Pero para que existan esos tiempos tenemos que liberarnos primero de esta pesadilla.
Démosle un parado a la conspiranoia. Pongamos orden en la pea.
@botellazo