Las denuncias de detenciones arbitrarias crecen día tras días en la Venezuela de hoy, donde según cifras de la ONG Foro Penal hay cerca de 1.000 “presos políticos”.
El caso de Enmanuel Vicuña Salinas, de 21 años, detenido en el escenario de una protesta social, es uno de los tantos que engrosan este historial.
El joven, que vive en el kilómetro 18 del sector El Junquito, en el noroeste de Caracas, salió el pasado 24 de enero de su casa al supermercado para cumplir con un encargo de su madre y a dos kilómetros de su hogar se encontró con una protesta por fallos en los servicios públicos, una situación común en medio de la crisis.
Vicuña, estudiante de ingeniería en redes, se trasladaba junto a su amigo Ricardo Pico en una motocicleta y al llegar al kilómetro 16, punto donde se desarrollaba la protesta, fue abordado por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), quienes le golpearon, le dispararon perdigones a quema ropa y los detuvieron.
Así lo denuncia su madre, Eugenia Salinas, quien además asegura que a los muchachos “les robaron los zapatos, las carteras, los relojes, los celulares, las chaquetas y la moto. Ninguno de esos artículos aparece”.
Casi en lágrimas relata a Efe lo que vivió cuando pasaban las horas y su hijo y ahijado no regresaban a casa. Por su mente no pasó que los jóvenes habían sido detenidos.
Salinas asegura que pensó fue en los peligros que hay en la calle, el secuestro o el hampa, dos flagelos sociales que mantienen a Venezuela como uno de los países más peligrosos del mundo con 23.043 homicidios en 2018, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
Fue hasta el día siguiente cuando los familiares de Enmanuel y Ricardo se enteraron por medio de sus vecinos que sus hijos se encontraban detenidos en el Comando de la GNB del kilómetro 12 de El Junquito. No recibieron llamadas de las autoridades, tampoco de sus hijos.
“Bajamos pensando que era una confusión y que se iba a aclarar enseguida”, contó Salinas a Efe ya que, aseguró, su hijo no es un joven con compromiso político.
Enmanuel y Ricardo se quedaron detenidos acusados de ser miembros de una banda delictiva “que ocasionó destrozos a la propiedad privada”, pues ese día arrestaron a otros nueve jóvenes que no “se conocen entre sí”, aseguró una de las abogadas que lleva el caso, Lilia Camejo, miembro de la ONG Justicia Venezolana y de la Coalición por los Derechos Humanos.
Estos jóvenes fueron presentados ante un tribunal e imputados por obstaculización de la vía pública, resistencia a la autoridad, daño violento, hurto calificado, instigación pública y agavillamiento (asociación para delinquir), dijo la abogada a Efe que asegura que no existe “ninguna prueba” contra ellos.
Estas detenciones ocurrieron justo en la semana en que la crisis política se disparó con protestas antigubernamentales después de que el jefe del Parlamento, Juan Guaidó, jurara asumir funciones como presidente interino al considerar ilegítimo al gobernante Nicolás Maduro.
En medio de estas manifestaciones se registraron cientos de detenciones entre la población más humilde, según el Foro Penal, que cifra en 989 los “presos políticos”, de los cuales 904 son civiles.
Además de exigir su libertad, la madre de Enmanuel pidió a la Fiscalía una revisión médica para su hijo debido a que producto de los disparos de perdigones, el joven tiene seis heridas infectadas y no ha recibido atención médica.
“Yo no constaté esas heridas hasta hace una semana porque a mi hijo lo tienen incomunicado, no nos dejan verlo, el domingo pasado nos dieron una visita de tres minutos a través de un vidrio”, indicó al explicar que solo ha podido mandarle con guardias algunas gasas y antiséptico.
“Ellos no se bañan y están hacinados allí, cualquier bacteria en una condición como la que están ellos puede ser mortal, yo temo por la vida de mi hijo”, dijo Salinas.
La mujer, que es artista plástica y madre de otros tres, aseguró que se ha dirigido en varias oportunidades a los militares que mantienen en custodia a su hijo para pedirles que le permitan verlo y señala que parece que estuviera hablándole a “una pared”.
“Parece que no fuera un ser humano”, comentó al criticar la soberbia de los soldados, pues según dijo, se sienten superiores a los ciudadanos.
“Yo tengo que bajar la mirada y yo tengo que ser sumisa ante él, mi hijo es su rehén”, dijo al considerar también que su hijo es un “preso político”.
Salinas se dice comprometida con su país y cree que la solución a la crisis pasa por la reconciliación entre los venezolanos, aunque ahora se pregunta cómo puede perdonar luego de lo que está viviendo.
Con información de Bárbara Agelvis /EFE