Si fuera la patria como una madre cariñosa que da abrigo y sustento a sus hijos, si se les diera tierras y herramientas para sembrar, nadie abandonaría su patria para ir a mendigar el pan a otros países en donde se les desprecia y se les humilla.
Libardo Rivera
Los venezolanos que durante dos largas décadas han soportado la ignominia que significa vivir bajo el yugo del Socialismo del siglo XXI, son especialistas en refugios, es decir, de acuerdo con el DRAE: un lugar de asilo, acogida o amparo. Viven permanentemente refugiados:
• Del hampa, a tal punto que viven en permanente, nocturno y voluntario toque de queda, somos unos verdaderos inxiliados.
• De la policía, de los colectivos y de la Guardia Nacional que en las innumerables marchas contra la dictadura chavista – madurista se han refugiado en centros comerciales, restoranes, cafeterías o expendios de comida rápida, sin que los esbirros del gobierno tengan piedad de ellos, igualmente reciben su perdigonazo o su gas del bueno.
• El hambre, la falta de medicinas y de libertad los han obligado a refugiarse – por miles y decenas de miles -, en países lejanos o cercanos en busca de un mejor destino.
• El escrache y la vergüenza con sus conciudadanos, condujo al lujoso refugio de los hijos de los personeros más detestados del gobierno revolucionario a refugiarse en las más importantes ciudades de planeta, donde disfrutan de las comodidades y prebendas que significa ser hijo de papá.
Los refugiados venezolanos comúnmente pertenecen a la oposición al gobierno bolivariano, sin embargo, fruto de la justicia que siempre llega, hoy asistimos al fenómeno a la inversa: son los integrantes de la depredadora cúpula cívico – militar que demolió el país, quienes ahora buscan donde asilarse, antes de que les pongan los merecidos ganchos y sean juzgados por crímenes de lesa humanidad.
Paradójicamente son sortarios, afortunados, hasta el mismo Imperio negocia los refugios más convenientes para los corruptos dirigentes del proceso. Ya sabremos de ellos, quienes seguramente no tendrán deseo de aprender turco o mandarín, y mucho menos de soportar las glaciales temperaturas soviéticas…, ya los veremos bebiendo ron cubano, fumando los COHIBAS del Caballo, comiendo congrí y puerco, y degustando uno que otro mojito en las playas de Varadero. Muy probablemente, la nomenklatura cubana se cansará prontamente de estos cómodos y flojos manganzones, en especial del Maestro de la tumbadora y del bongo, el 1er Bailarín de la Revolución Bolivariana y de su desabrida consorte. Y es hasta posible que – en un acto de Realpolitik -, los negocien con el Imperio para obtener alguna prebenda, que en eso son expertos los aprovechadores comunistas cubiches.