En declaraciones circuladas a los medios de comunicación, el general Fernando Ochoa Antich, ministro de la Defensa durante el alzamiento militar del 4 de Febrero, se dirigió al general Vladimir Padrino López, a los mandos de la Fuerza Armada Nacional y a sus compañeros de armas, planteándoles lo que consideró “inmensos peligros que correría Venezuela”, en particular ante los eventos del 23 de febrero.
-Nadie conoce lo que va a ocurrir el próximo sábado pero la mayoría de los venezolanos presiente que los hechos que se desarrollarán en nuestras fronteras pueden conducir a la violencia, señala el general Ochoa.
Según el ex-ministro de la Defensa, el responsable de cualquier situación que pueda ocurrir ese día sería Nicolás Maduro debido a lo que calificó como “su ambición de mantenerse en el poder aun a costa del sufrimiento de nuestro pueblo”.
-Las probabilidades de que ocurran esos hechos violentos el 23 de febrero están a la vista, opina Ochoa Antich, y enumera dos:
• Una intervención militar multilateral de la alianza constituida por los Estados Unidos, Brasil y Colombia.
• Un enfrentamiento entre grupos armados con consecuencias impredecibles.
De acuerdo al general Ochoa, evitar estos escenarios es el reto de la Fuerza Armada Nacional.
-Quizás sea su última oportunidad de recuperar su prestigio y para que los venezolanos vuelvan a percibirla como una institución al servicio del Estado y de la Nación y no de persona o parcialidad política alguna, sentencia.
Por eso le parece inaceptable que Diosdado Cabello trate de comprometer a la Fuerza Armada con el régimen madurista. Por el contrario, cree que los cuadros militares deben reconocer la legitimidad constitucional de Juan Guaidó como encargado de la presidencia de la República.
-No es un golpe de Estado lo que los venezolanos esperan de la Fuerza Armada Nacional, enfatiza el ex-ministro, y aclara: Lo que se le exige es que, en acatamiento a lo pautado en el artículo 333 constitucional, contribuya a poner fin a la usurpación de la presidencia de la república y a restituir el hilo constitucional.
El general Ochoa Antich sentencia que, de no hacerlo, “la historia juzgará al actual alto mando como unos militares que, por miedo o complicidad, no estuvieron a la altura de sus responsabilidades”.
A continuación, la versión íntegra de la declaración:
En estos veinte años de oprobio nacional, me he dirigido públicamente, en múltiples oportunidades, a los ministros de la Defensa, a los mandos de la Fuerza Armada Nacional y a mis compañeros de armas, planteándoles los inmensos peligros que correría Venezuela si se permitía que el régimen totalitario, impuesto por Hugo Chávez y Nicolás Maduro, destruyera nuestras instituciones, comprometiera la economía nacional y entregara nuestra soberanía a la Revolución Cubana. Nadie conoce, con precisión, lo que va a ocurrir el próximo sábado 23 de febrero, pero la mayoría de los venezolanos presiente que los hechos que se desarrollarán en nuestras fronteras pueden conducir a la violencia. El gran responsable, de cualquier tragedia que pueda ocurrir ese día, será el señor Nicolás Maduro por su ambición de mantenerse en el poder aun a costa del sufrimiento de nuestro pueblo. Las mayorías nacionales y gran parte de la comunidad internacional le han exigido que acepte el ingreso de una ayuda humanitaria para evitar más pérdida de vidas y la convocatoria a unas elecciones generales, democráticas, justas y competitivas, en las cuales los venezolanos puedan manifestar su voluntad y decidir libremente el destino de nuestra Patria.
Las probabilidades de que ocurran hechos de violencia, el 23 de febrerom están a la vista: ellas van desde una intervención militar multilateral de la alianza constituida por los Estados Unidos, Brasil y Colombia, con el respaldo de la mayoría de los países de la región, hasta un enfrentamiento entre grupos armados con consecuencias impredecibles. Evitarla es justamente el reto de la Fuerza Armada Nacional y quizás su última oportunidad para que los venezolanos vuelvan a percibirla como una institución al servicio del Estado y de la nación y no de persona o parcialidad política. Es inaceptable, que Diosdado Cabello esté tratando de comprometer, aún más, a la Fuerza Armada Nacional con el régimen madurista, cuando ya nadie duda que a este gobierno le quedan pocos días de existencia. Los cuadros militares deben conocer que la forma de resolver la crisis, de manera constitucional, es reconocer la legitimidad constitucional de Juan Guaidó como encargado de la presidencia de la República y enfrentar, con firmeza y decisión, cualquier situación de violencia protagonizada por los colectivos armados a fin de evitar más derramamiento de sangre.
Ojalá que los cuadros militares entiendan que no es un golpe de Estado lo que los venezolanos esperan de la Fuerza Armada Nacional. Todo lo contrario, lo que se les exige es que, en acatamiento a lo pautado en el artículo 333 constitucional, contribuyan a poner fin a la usurpación de la presidencia de la República y a restituir el hilo constitucional ante las infinitas violaciones cometidas permanentemente, en estos veinte años de régimen totalitario, de los principios fundamentales establecidos en la Constitución de 1999. De no hacerlo pasarán a la historia como unos militares que, por miedo o complicidad, no estuvieron a la altura de sus responsabilidades.
Reflexionen. Deben ustedes preguntarse: ¿es moralmente aceptable exigirle a un pueblo, con arengas patrioteras, que se inmole en defensa de los intereses particulares de una camarilla depredadora del erario público, violadora de la Constitución y de los derechos humanos que ha generado, intencionalmente, este deplorable estado de cosas que estamos padeciendo? Ya no hay tiempo para pensarlo más. Nuestra historia nos enseña que las distintas generaciones militares participaron, con aciertos y errores, en la solución pacífica de complejas crisis políticas preservando siempre la paz. Esa es la razón fundamental por la cual nuestra institución logró y mantuvo un sólido prestigio durante todo el siglo XX. Además, si los cuadros militares continúan permitiendo que se identifique a nuestra institución como parte del actual régimen puede conducir a su desaparición, circunstancia que constituiría un serio obstáculo para iniciar, a la brevedad posible, la recuperación de Venezuela.