La vuelta de Guaidó pone en vilo a Venezuela

La vuelta de Guaidó pone en vilo a Venezuela

El líder de la oposición venezolana Juan Guaido, a quien muchas naciones han reconocido como el legítimo gobernante interino del país, hace un gesto después de una reunión con el presidente de Ecuador, Lenin Moreno (no se muestra) en Salinas, Ecuador, 2 de marzo de 2019. REUTERS / Daniel Tapia

 

Hace una semana que la sensación en Venezuela es que, de nuevo, todo da vueltas sobre sí mismo. Un impasse que todo parece indicar saltará por los aires con el regreso de Juan Guaidó al país en las próximas horas. El presidente de la Asamblea Nacional anunció a última hora del sábado su regreso a Venezuela, sin aclarar cuándo, pero convocó movilizaciones para el lunes y martes, días festivos por carnaval. La oposición confía en que la vuelta de Guaidó reactive el entusiasmo de sus seguidores, aunque las consecuencias de su regreso son aún una incógnita. Así lo reseña elpais.com

Por Francesco Manetto/Javier Lafuente





Guaidó se encuentra fuera de Venezuela desde hace más de una semana. Sus movimientos, decididos sobre la marcha y comunicados con cuentagotas, le llevaron a Colombia para liderar el intento frustrado de introducir material médico y suplementos nutricionales a través de la frontera. De allí se fue a Brasil, Paraguay, Argentina y Ecuador para fortalecer los lazos con los Gobiernos de la región que más le han apoyado y buscar un contrapeso al protagonismo de la Administración de Donald Trump en la crisis, según se desprende de las conversaciones con una decena de fuentes, entre diputados próximos a Guaidó, asesores, líderes políticos de la oposición y el entorno del chavismo, consultados para esta crónica. Una estrategia no exenta de riesgos, ya que Guaidó salió de Venezuela a pesar de tenerlo expresamente prohibido por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), controlado por el oficialismo.

Maduro y los principales dirigentes chavistas han sugerido en los últimos días que el líder opositor debe enfrentarse a la justicia. Nadie ha pedido abiertamente su detención y fuentes del alto mando chavista aseguraban esta semana que la intención es “evitar caer en provocaciones”. Con toda probabilidad, el sucesor de Hugo Chávez tomará la decisión final en el último momento tras consultar con un pequeño grupo de colaboradores.

Entre las opciones que se barajan cabe la posibilidad de que las autoridades migratorias le impidan la entrada a Venezuela y, en un intento de ningunearlo, el Gobierno le condene a una especie de destierro a la espera de que el proceso que puso en marcha se enfríe. El aparato chavista puede, además, detenerlo, puesto que técnicamente es un fugitivo. Esta hipótesis remite al caso de Leopoldo López, principal valedor de Guaidó y líder de su partido, Voluntad Popular, detenido en 2014. Y tendría repercusiones internas y externas imprevisibles, que van del estallido de un nuevo ciclo de protestas al endurecimiento del cerco diplomático o una reacción más contundente de Washington, que nunca ha dejado de agitar el fantasma de una intervención militar.

Si finalmente logra entrar estará obligado a retomar la iniciativa, a mover ficha. Es decir, después de un regreso al que su equipo tratará de dar unos tintes épicos no puede permitirse otro fallo. Ni tampoco regresar al escenario previo al 23 de febrero, cuando se reunía con distintas instituciones y presentaba sus planes. De alguna manera, el reto de Guaidó pasa por lograr hechos concretos que logren avanzar en una salida a la crisis y mantener vivar la esperanza de los amplios sectores de la sociedad que se entregaron a su causa.

El desafío del presidente de la Asamblea Nacional para desalojar a Nicolás Maduro tuvo un impulso inicial que hizo pensar en un giro inminente. Sin embargo, casi un mes y medio después de que el joven político venezolano se declarara presidente interino, ha amainado la intensidad de la confrontación y en las filas opositoras cunden los temores de que este proceso acabe en la enésima falsa alarma. “Impasse” es una de las palabras que más acompañan las conversación sobre la situación de Venezuela, junto a “bloqueo”, “estancamiento” o incluso “retroceso”. Depende del optimismo de los interlocutores.

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