Internet, y sobre todo las redes sociales, fueron diseñadas para compartir. Una semana atrás, Zuckerberg prometió cambios que podrían reducir la viralidad de ciertas publicaciones
Cuando en septiembre de 2017 Mark Zuckerberg debió dar respuestas sobre el papel de su compañía en los intentos de Rusia de manipular las elecciones presidenciales estadounidenses, el CEO de Facebook sostuvo en un posteo en su red social: “Nosotros no verificamos lo que dice la gente antes de que lo digan, y sinceramente, yo no pienso que la sociedad quiera que lo hagamos. Libertad significa que que tú no tienen que pedir permiso primero, y puedes decir lo que quieras”, reseñó Infobae.
Este viernes, luego de que un hombre armado usara el servicio de streaming de Facebook para transmitir en vivo la masacre de decenas de personas en una mezquita en Nueva Zelanda, las palabras de Zuckerberg adquieren un nuevo significado.
Y es que, independientemente de sus declaraciones, y de las respuestas que Twitter, YouTube, Reddit y otras redes sociales den sobre el papel que tuvieron en la difusión de las imágenes y videos del tiroteo en Christchurch, lo que hay que tener en cuenta es que “las redes funcionaron para aquello para lo que están diseñadas: permitir que los humanos compartan lo que quieran, cuando quieran, con tanta gente como quieran”, sostuvo el periodista Peter Kafka en un artículo publicado por Recode.
“Por supuesto, Facebook no quiere que los asesinos transmitan sus crímenes a todo el mundo. Pero las redes sociales son una herramienta que permiten hacer exactamente eso. Una herramienta que está en una plataforma que está fundamentalmente construida para permitir que las personas digan lo que quieran, sin pedir permiso primero”, añadió Kafka.
Y justamente esa es la clave del fabuloso éxito de Facebook como empresa: los usuarios suministran el contenido y el software diseñado por Facebook lo distribuye por todo el mundo, al instante. Más de mil millones de personas -usuarios y anunciantes- cargan lo que quieren en esa red social, sin intervención humana. Y el hecho de que Facebook no revise los comentarios, los anuncios o (casi) ninguna otra cosa antes de que se publique también es lo que le brinda una gran protección legal, especialmente en Estados Unidos: si hay algo ofensivo o ilegal en Facebook, no es porque Facebook lo puso allí, sino porque alguien lo puso en Facebook.
En efecto, este es el modelo de todas las plataformas de los gigantes que han salido de Silicon Valley en la última década: YouTube y Twitter no cierran sus comentarios o videos antes de subirlos, y Airbnb tampoco revisa antes.
En su posteo de 2017, Zuckerberg explicó que el contenido cuestionable sería eliminado después de que fuera subido, lo que sucedió con la cuenta del tirador poco después de la transmisión en vivo. La compañía asegura que invertirá miles de millones de dólares en una combinación de software y seres humanos para combatir abusos en el futuro.
La semana pasada, también en un posteo en su red social, Zuckerberg anunció que cambiará el enfoque de Facebook hacia una comunicación más personal y cifrada. Menos “público” y más “enfocado en la privacidad” será el futuro de su red social, explicó el CEO. Sin embargo, aún después de los cambios, Facebook todavía permitirá al tirador de Nueva Zelanda hacer lo mismo que hizo ayer.
Es posible que los cambios que implementará Facebook reduzcan la viralidad las imágenes, pero no podrían evitar que se suban a la plataforma. También es posible que a Facebook le resulte mucho más difícil controlarlo, ya que en el anuncio de la semana pasada, Zuckerberg explicó que la compañía planea proporcionar un cifrado completo para los mensajes (“el encriptamiento de extremo a extremo impide que cualquier persona, incluidos nosotros, vea lo que las personas comparten en nuestros servicios”). Si no “mira” el contenido de los mensajes, difícilmente pueda controlarlo.
En su posteo de 2017, tras explicar que no censuraba los mensajes previamente, Zuckerber afirmó: “Si rompes las normas de nuestra comunidad o la ley, luego enfrentarás las consecuencias”. A ello, el periodista Peter Kafka añadió: “Es difícil imaginar qué consecuencias puede imponer Facebook a una persona que mató a docenas de personas hoy. Y es difícil imaginar que esto no vuelva a suceder”.