Lo que antes sucedió, vuelve a suceder; lo que antes se hizo, vuelve hacerse. Nosotros no nos acordamos de lo que otros hicieron, ni los que vengan después se acordarán de lo que hicimos. Los que vengan después creerán empezar de nuevo.
Los venezolanos vivimos un momento que nos pone a prueba. Por lo cual me permito compartir con ustedes, un mensaje bíblico cuya autoría está sabiamente desarrollada en el libro de Eclesiastés.
Todos nosotros nos hemos preguntado alguna vez por qué la gente malvada prospera, tiene éxito y se hace rica. Esa pregunta nos parece natural porque hemos aprendido que si hacemos lo bueno nos irá bien, y si hacemos lo malo nos irá mal. En pocas palabras, nos parece que la vida es injusta.
Podría sorprendernos el saber que también los hombres de Dios han llegado a pensar así. Tal es el caso del autor del libro que narramos, (Eclesiastés), hombre sabio de Israel que se identifica como el Predicador hijo de David, que fue Rey de Jerusalén, y que dedico su vida y sabiduría a tratar de entender lo que se hace en este mundo. El Predicador nos cuenta su propia experiencia: todo lo estudió, todo lo probó, a todo se entregó, y hasta se atrevió a afirmar que no hubo en Israel nadie más sabio que él. A pesar de todo esto, al final tuvo que aceptar que mientras más se sabe, más se sufre, y también que Dios nos hizo perfectos, pero nosotros lo arruinamos todo.
Todo tiene que ver con la vida real y sus contradicciones. El Predicador ve la vida como una continua repetición, y donde no hay nada nuevo, aunque reconoce que hay un tiempo para todo. Hoy nacemos, mañana morimos; hoy plantamos, mañana cosechamos; hoy herimos, mañana curamos; hoy destruimos, mañana edificamos; hoy lloramos, mañana reímos; hoy guardamos luto, mañana bailamos de gusto; hoy esparcimos piedras, mañana las recogemos; hoy nos abrazamos, mañana nos despedimos; hoy todo lo ganamos, mañana todo lo perdemos; hoy todo lo guardamos, mañana todo lo tiramos; hoy rompemos, mañana cosemos; hoy callamos, mañana hablamos; hoy amamos, mañana odiamos; hoy tenemos guerra, mañana tenemos paz.
El lenguaje y las afirmaciones del Predicador son tan humanas y directas, que hubo quienes llegaron a pensar que su libro no merecía estar en la Biblia. Pero Dios ha querido que estas enseñanzas formen parte de su palabra, porque el Predicador también nos enseña que debemos acordarnos de nuestro creador, y que un día nos llamará a cuenta por todo lo que hayamos hecho. Pero dichoso es el País que tiene un Rey bien preparado, con gobernantes que comen para vivir y no viven para comer!.
Freddy Paz
@freddyspaz