Apagado, paralizado, a la defensiva y atrincherado en la soberbia y en una ambición de poder sin límites, Maduro, totalmente insensible al sufrimiento y dolor de los venezolanos, se niega a negociar su retiro de Miraflores para dar paso a una transición pacífica y electoral hacia un gobierno de unidad nacional de todos y para todos.
El imparable avance de Guaidó representa la alternativa democrática de cambio y de futuro, respaldada por millones de venezolanos y gran parte de la comunidad internacional.
Es fundamental la incorporación de los sectores populares. Los mismos barrios que votaron en 2015 mayoritariamente por la oposición dando el triunfo en la Asamblea Nacional, deben ahora tener el rol protagónico en esta etapa decisiva. La prioridad debe ser abrir el canal de ayuda humanitaria con la cooperación internacional de organizaciones como Cáritas, la Cruz Roja y el voluntariado que dirige el diputado Miguel Pizarro, para atender las urgentes necesidades de alimentos y medicinas.
Al mismo tiempo, el Plan País debe tener un rostro mas humano donde la mano invisible del mercado y la libre competitividad esté compensada con la presencia de un Estado con instituciones fuertes para lograr cohesión social y una mejor convivencia en una sociedad de bienestar.
Lo urgente es atender la crisis humanitaria con políticas públicas sostenibles para igualarnos todos hacia arriba, mejorando las condiciones de vida y con oportunidades, sin exclusión. Tanta competitividad cómo sea posible y tanto Estado como sea necesario, porque como ya sabemos, no se puede repartir la riqueza que no se produce. Debemos transformar la materia prima en productos terminados hechos en Venezuela, ser menos dependientes de las importaciones, aumentar la producción petrolera para que sea la palanca de la diversificación del modelo económico, reformar al Estado para democratizarlo, descentralizarlo y tener un sistema de Justicia idóneo. Para ello es indispensable una gran reforma educativa que promueva el emprendimiento, la innovación y la excelencia.
Se debe reparar el daño a las víctimas de las expropiaciones, atraer inversiones privadas nacionales y extranjeras, privatizar empresas convertidas en pasivos por la ineficiencia y la corrupción, recuperar los bienes y fondos robados al patrimonio público, entre otras acciones importantes.
Para lograr todo esto es necesario curar a nuestra Venezuela de tantas heridas. Liberar a todos los presos políticos, detener la violencia y la sistemática violación de los derechos humanos. La mejor fórmula es aquella que se apoye en la reconciliación, la renovación de la política, un nuevo liderazgo que sea capaz de mirar por el retrovisor solo lo necesario para aprovechar lo mejor de las experiencias del pasado y con visión de futuro, cargada de creatividad e inteligencia, construir entre todos la Venezuela que queremos y seremos.
@TablanteOficial