Nueva Zelanda comenzó hoy a enterrar a las primeras víctimas del atentado supremacista que causó 50 muertos en dos mezquitas en Christchurch y se prepara para arropar a la comunidad musulmana este viernes, cuando se cumple una semana de la tragedia.
“Tenemos el deseo de mostrar nuestro apoyo a la comunidad musulmana en su regreso a las mezquitas, en particular el viernes”, dijo la primera ministra, Jacinda Ardern, en alusión a la Yumu’ah, la oración que congrega a los musulmanes en sus templos para orar poco después del mediodía ese día de la semana.
El rezo del viernes se producirá bajo fuerte vigilancia policial tras los ataques armados contra las mezquitas Al Noor y Linwood atribuidos al australiano Brenton Tarrant, quien disparó a quemarropa contra los musulmanes que estaban en su interior para la Yumu’ah, matando a 50 personas e hiriendo además a otras 50.
Pero no será fácil e incluso algunos supervivientes como Tofazzal Alam, quien sobrevivió al tiroteo de Linwood, no acudirán a la mezquita el próximo viernes.
“Siento mucho miedo, rezaré en casa…sé que es muy importante rezar en la mezquita, pero si voy, no podré concentrarme”, comentó Alam a Radio New Zealand al insistir en que no olvidará esos momentos cuando agarró a un adolescente y se tiró con él al suelo “porque los que estaban de pie recibían los balazos”.
Para recordar esa tragedia, la peor masacre de Nueva Zelanda en su historia reciente, “habrá dos minutos de silencio el viernes. También haremos una retransmisión a nivel nacional de la llamada a la oración a través de TVNZ y Radio New Zealand”, explicó la primera ministra.
Ardern, que hoy realizó su segunda visita a Christchurch (sur) desde el atentado terrorista, volvió a reunirse con familiares de las víctimas y miembros de la comunidad musulmana para planear un homenaje público, aunque la fecha no se ha fijado aún.
Mientras Christchurch comienza a recuperar la normalidad, en el cementerio Memorial Park se registraban los primeros entierros de las víctimas en una zona preparada especialmente para ello.
El primero fue el de Khaled Mustafa, de 44 años, y su hijo Hamza, de 15, quienes habían huido de Siria y no llevaban ni un año en Nueva Zelanda.
Entre los deudos estaba Zaid, su hijo de 13 años, en una silla de ruedas. Al mirar la tumba de su padre afirmó: “No debería estar frente a ti, sino echado a tu lado”, según el portal de noticias Stuff.
“Allahu Akbar” (“Dios es grande”) cantaba la multitud, entre la que también se encontraba Abdul Aziz, quien se enfrentó al atacante en Linwood y logro evitar más muertes.
Al otro lado del mar de Tasmania, Australia reaccionó a unos comentarios del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que el primer ministro australiano, Scott Morrison, consideró “muy ofensivos”.
En un acto electoral en el que se mostraron imágenes del vídeo grabado por el atacante neofascista, Erdogan afirmó que si Nueva Zelanda no castiga al autor del atentado, de nacionalidad australiana, lo hará Turquía.
Y añadió que quien visite Turquía con actitud antimusulmana será devuelto a su país en un ataúd “como sus abuelos”, en alusión a la batalla de Galípoli en la que las tropas australianas y neozelandesas fueron derrotadas en Turquía durante la Primera Guerra Mundial.
Morrison, quien también se enfrentará a elecciones previsiblemente el próximo mayo, llamó a consultas al embajador turco en Australia, Korhan Karakoç, y le exigió una rectificación pública.
Ardern, por el contrario, mostró calma y dijo que el ministro de Exteriores, Wintson Peters, viaja esta semana a Turquía donde aclarará los comentarios “cara a cara”, al recordar que una delegación oficial de alto nivel de Ankara se encuentra en Nueva Zelanda en solidaridad por la masacre, donde murieron turcos, entre otros musulmanes de varias nacionalidades.
“(Peters) irá allí para aclarar las cosas. Esa es una oportunidad que se debe aprovechar. Tenemos que asegurarnos de que lo que se refleja es el retrato exacto de Nueva Zelanda y los neozelandeses. Y también de nuestra comunidad musulmana. Esa es su intención”, dijo Ardern a la prensa. EFE