ALnavío: Torturas, secuestros y asesinatos en el infierno de Maduro

ALnavío: Torturas, secuestros y asesinatos en el infierno de Maduro

La ONU denuncia asesinatos por parte de los cuerpos de seguridad. de Maduro Foto: EFE/Miguel Gutiérrez, 22/07/2017, CARACAS (VENEZUELA).

 

Ahora fue el secuestro del jefe de Despacho de la Presidencia, Roberto Marrero. Hace un mes la masacre del pueblo Pemón en la frontera con Brasil. Hace cinco meses el “suicidio” de Fernando Albán. Hace un año el asesinato del piloto Óscar Pérez. Desde que existe el chavismo, torturas, persecuciones, amenazas, detenciones… Y es que como se ve en el informe de Michelle Bachelet, alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, el régimen de Nicolás Maduro mata, persigue y tortura. Torturas que un militar acaba de mostrar al mundo.

Por primera vez, gracias a la valentía del teniente de aviación Ronald Dugarte, el mundo puede ver con sus propios ojos, sin filtros, la crueldad del régimen de Nicolás Maduro.

Dugarte abandonó la Fuerza Armada porque vivió “seis meses de terror”. Fue funcionario de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) de Venezuela y desde agosto de 2018 ejerció como vigilante en las cárceles del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en Caracas. Allí fue testigo de las torturas con las que “militares venezolanos y cubanos” sometían a los prisioneros políticos.

Dugarte no desertó sin más. Un día, de madrugada, de servicio, se escondió una cámara en el uniforme para enseñar cómo es el interior de una cárcel del Sebin. Se han leído testimonios de todo tipo. Relatos repletos de detalles. Informes técnicos en los que se describen torturas y se apuntan nombres. Pero nunca se habían visto imágenes de lo que ocurre con los presos de Maduro.

Dugarte grabó imágenes de El Calabozo, la prisión en la que se encuentran retenidos militares contrarios al régimen como el coronel Jhonny Mejías Laya y el capitán Juan Caguaripano.

La cárcel, de paredes blancas, estrechas, sucias, muestra imágenes aterradoras. Como las que han venido denunciando la Organización de Estados Americanos (OEA), el Instituto Casla de Tamara Sujú y recientemente las Naciones Unidas tras el informe del miércoles de la expresidenta de Chile Michelle Bachelet, hoy alta comisionada para los Derechos Humanos en Ginebra.

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