La protesta fue eminentemente pacífica, la violencia fue protagonizada por el grupo paramilitar que salvajemente actuó en la avenida Fuerzas Armadas, y la FAES esa misma noche en San José y San Martín. Lo cierto es que la jornada de ese día generó una gran preocupación en Maduro y compañía, temiendo el inicio de una explosión social, paradójicamente, quienes justificaron el golpe del 4 de febrero basados en el denominado Caracazo, ahora sufren de ese síndrome, porque saben que la situación económica, social y política, unida a la grave crisis de los servicios públicos es infinitamente superior que la que se vivía para el año noventa y dos.
Llama particularmente la atención la inhibición de los cuerpos tradicionalmente represivos, al no actuar el domingo de las protestas, a partir de esa experiencia reciente, han concentrado los esfuerzos en suministrarle energía eléctrica y el servicio de agua al área metropolitana de Caracas., incluso en detrimento de otras regiones del país; según fuentes del periodista Elides Rojas, la capital fue excluida del racionamiento de luz eléctrica por exigencia de los militares a raíz de esas movilizaciones.
En otro orden de ideas se evidencian las contradicciones expresadas por algunos sectores, que a menudo se quejaban por la inexistencia de protestas a pesar de las calamidades, ahora se quejan cuando ellas se producen, porque pueden originar repuestas violentas, obviando las razones justas que las motivan y el carácter pacífico que prevaleció en esas manifestaciones.
Maduro y los Rodriguez consideran haber tomado un respiro con la “normalización” de los servicios objetos del reclamo popular en algunas regiones, sin embargo están conscientes aunque prediquen otra cosa, del inmenso descontento hacia su gestión, y la pérdida de credibilidad creciente, así como la mayoría no se comió el cuento de la guerra económica, tampoco cree la versión de el ataque “electromagnético” para justificar la ineficacia, falta de mantenimiento y corrupción como los factores principales que causaron el colapso del sistema eléctrico.
Aspiran retomar la ofensiva y provocar el desconcierto en la mayoría, tarea que no les resultará nada fácil, ya que no existe la menor comparación entre las dos movilizaciones realizadas el pasado sábado, mientras la convocada por la Asamblea Nacional en la avenida Francisco de Miranda fue multitudinaria , la de Miraflores no superó las dimensiones de las concentraciones más recientes en ese lugar.
La otra iniciativa fue la de solicitar de nuevo un diálogo, esta vez hablo del acompañamiento de México, Uruguay y Bolivia y del Caricom, es decir con sus aliados, solo le faltó mencionar a Cuba y Nicaragua. Ese llamado tendría algún sentido si estaba acompañado de la disposición que han venido negando reiteradamente, la de dar el paso a un lado para facilitar la transición y realizar elecciones limpias, como mecanismo culminante para salir de la crisis. Esos planteamientos constituyen la esencia de la plataforma de las fuerzas democráticas, con sus matices tienen el respaldo mayoritario de la comunidad democrática internacional.
La propuesta de un diálogo para ganar tiempo, o para repetir las escenas de otros intentos, tiene todas las características de una maniobra propagandística, que no será acogida por la mayoría. Si a ello se le suma el incumplimiento de compromisos adquiridos en anteriores oportunidades, la ausencia de voluntad política para facilitar un proceso de desenlace que posibilite la salida a la crisis recorriendo una ruta pacífica, democrática y electoral; esa proposición tal como ha sido formulada no tiene viabilidad.