En Venezuela y en el mundo la Semana Santa es la conmemoración cristiana anual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, tiempo para dedicarse a la oración, para asumir con mucha responsabilidad obedecer a Dios y apartarnos de la maldad, y comenzar con la misericordia de Jesús a liberar la humanidad del pecado.
“El fracaso de la humanidad nace en su desobediencia a Dios,” y lo observamos en la vida antes y después de nuestro Señor Jesucristo; con consecuencias muy dolorosas. No perderemos nuestra salvación pero sí perderemos nuestros galardones y haremos miserable nuestra vida mientras vivamos en este mundo.
El pecado produjo separación entre Adán y Eva. Cuando desobedecieron la voluntad divina, dejó de reinar la paz en sus vidas. Según el antiguo testamento bíblico, desde que Caín mató a su hermano Abel, las luchas fratricidas se han multiplicado sobre la faz de la tierra. Nuestra historia está escrita con la sangre vertida en la perenne lucha del hombre contra el hombre. Los conflictos son personales, internacionales y sociales, cito, a Elsie Vega.
A diario escucho hombres y mujeres que se me acercan para preguntarme, cuándo salimos de éste calvario que estamos viviendo los venezolanos, dirigidos por un gobierno repleto de pecadores, que han llenado de sufrimiento, muerte, miseria y hambre al pueblo de Venezuela.
Los venezolanos estamos pagando la desobediencia a Dios, nuestros propios errores, y la irresponsabilidad de unos gobernantes malignos para la nación. Tenemos la cruz a cuesta de éste enorme calvario, pero también tenemos dos opciones; ó abrazamos la cruz, que nos abre la puerta a los misterios escondidos en Dios, a las riquezas más extraordinarias de su reino, y a los niveles más altos de su luz, para lograr con su bendición, la resurrección y la libertad de Venezuela. Ó soltamos la cruz, y dejamos que quienes nos gobiernan terminen de destruir y convertir a Venezuela en un gran basurero.
Venezuela es nuestra cruz, y no podemos negociarla, ni abandonarla, debemos sacar fuerzas y seguir luchando, y les aseguro que pronto veremos la gloria de Dios manifestada a favor del pueblo de Venezuela.
Josías comenzó a gobernar Jerusalén a los ocho años de edad, y su reinado duró treinta y un años, y su éxito fue, que ni antes ni después hubo otro rey como Josías. Que se apartara de la maldad y obedeciera a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas.
Freddy Paz
@freddyspaz