El sentido común, el más frecuente por ser el más humano de todos los sentidos, surge cuando impera lo evidente. Es distinto al de las élites, que condensa agudos sentidos especiales, vinculados a intereses particulares, muchas veces en vía contraria al común, cuyas señales se prenden en las calles.
No todos los que van dando vítores son defensores del presidente ( e ). Unos adelantan, pero otros traen rémoras. Entre éstos, hay los que se exceden en vigilar la pureza opositora y prohíben dudas, interrogantes y propuestas a la ruta. En vez de replicar con argumentos, se desdoblan en furibundos inspectores de que la estrategia no se perfeccione y se mantenga como cartilla inmodificable. Estos continuadores de viejas formas de vaciar la política, se infringen a si mismos un irrespeto que nos hace parafrasear una expresión de sentido común, hecha verso por Vallejo, aludiendo a España: Guaidó cuídate de los guaidocistas.
Uno quiere suponer que la sobriedad del presidente de la Asamblea Nacional, le dará energías para que el demonio de su ego no eche a correr tras las tentaciones que marean a quienes se sienten empoderados por un pueblo. Si sus convicciones democráticas son firmes, tendrá protección. Si no, sucumbirá a la aclamación mesiánica. Hoy la mejor defensa de Guaidó es ayudar a que sea más líder del país y menos dirigente de la oposición.
Es fácil describir el desafío a futuro de Guaidó. Tengo a mano la clasificación que elaboré artesanalmente para diferenciar respuestas de la oposición al cambio. Me esclarece el liderazgo, deliberadamente ambiguo y necesariamente zigzagueante de Guaidó: 1) Es un líder radical. Motor dinámico de un cambio, con capacidad para agrupar a inmovilistas, conservadores y moderados. 2) Es un radical con freno de mano. Es decir, no es extremista. Más bien cede temporalmente para contenerlos. 3) Su audacia tranquila produjo la súbita reanimación de la voluntad de lucha y de la movilización, 4) El alcance de su bofetada al poder, consagró que todo posible entendimiento parte de poner fin al gobierno de facto. 5. La clave de su fuerza es aliar a radicales y moderados. 6. Y por último, porque está fuera de nuestra decisión aun siendo decisivo, activar un respaldo internacional que lesione los soportes del régimen y reduzca sufrimientos al país.
Al evaluar en letra pequeña la hoja de ruta, debemos leer con atención las dificultades y los hechos que indican que la salida no es inexorablemente rápida, ni alcanzará lo máximo deseable y que no puede pensarse en caída y mesa limpia. Levantarle la mano a un noqueador no parece posible, ni deseable que la presentación de soluciones al país sea una competencia limitada a la oposición. En la pugna por la conducción de los cambios es necesaria una franja de entendimientos compatibles con el cese a la usurpación. Por primera vez es posible una salida para reunificar al país con el concurso de los dos polos antagónicos. Esto es lo nuevo.
Por ahora, apartando las estatutarias pequeñeces internas, hay que meter el hombro a la movilización pacífica del 1 de mayo. Y reforzar las señales de entendimiento y aceleración de elecciones bajo estándares internacionales. Reclamar un discurso que vuelva a colocar arriba la esperanza y despliegue una acción que cambie los términos del enfrentamiento crónico que destruye país. La gente ya tiene suficiente cargas de sufrimiento a cuesta.
@garciasim