El artículo 350 de la Constitución dice: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”.
Continúa en Venezuela una fase disruptiva y compleja para el restablecimiento del orden constitucional y el cese de la destrucción producto de una cleptocracia que se adueñó de las instituciones a través de la corrupción y la impunidad, tratando de sustituir las leyes por un Estado delincuente, convertido hoy en una trinchera por Nicolás Maduro, principal responsable del desastre que vive la nación, aferrado al poder con una ambición sin límites, a costa del sufrimiento de un pueblo que no tiene medicinas ni alimentos, dentro de una profunda crisis humanitaria que debe ser atendida con urgencia.
Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y con base al artículo 233 Presidente interino de la República, lidera la transición de una alternativa democrática y plural para un gobierno de unidad nacional, con el reconocimiento de la mayor parte de la comunidad internacional, y con el objetivo de lograr una masiva movilización popular que en su fase final se convierta en una rebelión electoral, es decir, la realización de elecciones libres y democráticas para sustituir a la tiranía.
En la mañana de este martes, Guaidó ordenó la liberación de Leopoldo López, preso ilegalmente durante cinco años, orden que fue acatada por los militares y policías que lo custodiaban en su arresto domiciliario. Esto demuestra una gran debilidad de Maduro quien mira con sospechas a su más cercano círculo donde es evidente que no hay respeto ni lealtad por considerar que su presencia en Miraflores está agotada y es inviable.
Maduro debe ceder y facilitar la transición a la democracia para lograr que el país salga del abismo donde se encuentra, esa es la exigencia que se está haciendo. Debería renunciar a mantenerse en el poder a costa de lo que sea, ya que no tiene ninguna capacidad para ofrecer respuestas a los grandes males que sufre la población.
Desde la Asamblea Nacional se deben construir los puentes necesarios para evitar cualquier conflicto armado o actos de violencia que generen un mayor derramamiento de sangre.
Si bien es cierto que todos debemos reconocer la valentía y el coraje de quienes están al frente de este poderoso movimiento por la libertad, también es necesario tener en cuenta que estamos en la hora de los contactos, con el apoyo de la comunidad internacional, en especial del Grupo de Lima y la Unión Europea. Más allá de la observación de los acontecimientos, los actores sociales y políticos debemos involucrarnos y comprometernos para tratar de evitar mayores daños que en un posterior balance podamos lamentar.
Estas horas son decisivas para que la Fuerza Armada Nacional respalde al Poder Legislativo a fin de restituir la plena vigencia de la Constitución de la República y producir un desenlace en medio de estos eventos, lo menos traumático posible.
Lo ideal es un acuerdo para la realización de elecciones libres con todas las garantías, sin presos políticos, sin inhabilitaciones, con un árbitro independiente y el acompañamiento de observadores internacionales que sean garantes de un proceso electoral verdaderamente democrático.
Como siempre he dicho, la única rebelión posible y deseable es la de los votos. El llamado de Guaidó es a la paz y al rescate de la libertad y la democracia.
Los eventos están en pleno desarrollo y aun es temprano para hablar de un desenlace histórico que permita superar la tragedia que padece el pueblo venezolano.
Si los principales barrios populares se movilizan y expresan su indignación con el apoyo de la Fuerza Armada Nacional, Maduro debería apartarse y de ese modo ayudar a encontrar una salida política a la emergencia institucional y humanitaria que padecemos.
Los venezolanos estamos obligados por el artículo 333 de nuestra Constitución a colaborar en el restablecimiento de la efectiva vigencia de la Constitución.
Resulta insoportable sobrevivir ahora en Venezuela en medio del caos, el colapso de los servicios públicos, la violencia y en resumen, la crisis humanitaria.
Sin embargo, el remedio frente a la desesperación y la angustia no puede se la pérdida de la serenidad y de la racionalidad política que ha sido el principal llamado de quienes tienen la responsabilidad de la conducción de este gran movimiento por el cambio político urgente que reclama Venezuela.
Según informaciones de última hora, en lugar de propiciar una salida democrática a la crisis, el TSJ del régimen de nuevo ha escogido el camino de ponerse a la cabeza de una cacería represiva para criminalizar a los dirigentes de los partidos políticos en un reiterado intento por liquidar a la disidencia y a los que propician el cambio que reclaman los venezolanos.
Hasta los mas cercanos colaboradores de Maduro saben que este desastre no puede continuar. Estamos en las horas decisivas. Seguimos en pie de lucha!