Un grupo de compatriotas ha publicado una propuesta promoviendo una solución “pacífica, electoral, democrática y soberana” para la tragedia venezolana. El texto de la propuesta es el siguiente:
Nosotros, un grupo de venezolanas y venezolanos de distintas procedencias y divergentes pensamientos políticos, pensamos que es urgente y necesario en este momento dejar de lado nuestras diferencias y abogar juntos por el bien común, con una propuesta que suponga la resolución del conflicto actual de manera pacífica, electoral, democrática y soberana. Creemos que esto será posible si promovemos los siguientes principios y acciones. Exhortamos de manera apremiante que sean acatados:
1) El rechazo a la injerencia indebida de gobiernos extranjeros, cualquiera que sea su bandera, así como cualquier tipo de salida armada y de fuerza.
2) La promoción de mecanismos pacíficos, así como la valoración de la solidaridad y los esfuerzos de los países que apoyan la negociación.
3) La realización de un proceso electoral democrático, confiable, incluyente y transparente, que le otorgue protagonismo al pueblo venezolano.
4) Apoyar la alternabilidad democrática, que es la mejor garantía de convivencia presente y futura, del disfrute de los derechos humanos y de dirimir los conflictos sin aniquilarnos, mediante la participación de organizaciones políticas de cualquier ideología, en igualdad de condiciones.
La propuesta está firmada por un grupo de compatriotas y me ha llegado, como a muchos otros venezolanos, en solicitud de apoyo. La he leído y he decidido no hacerlo en base a las siguientes consideraciones:
1- Aunque sus exhortaciones a una solución pacífica, electoral, democrática y soberana son conceptualmente irreprochables me parecen extemporáneas y ausentes de sentido de la realidad en una Venezuela abusada durante 20 años por una horrorosa, corrupta e inepta dictadura. En base a lo que se conoce ya de la cruel naturaleza del narco-régimen venezolano no es posible pensar que se pueda dialogar con ellos
2- La tragedia venezolana ha dividido al país entre una minoría “cívico-militar” opresora, moralmente podrida y una mayoría del pueblo indefenso y oprimido, dos porciones del país entre las cuales no hay identidad de propósitos o posturas éticas coincidentes, sino una relación de victimarios y víctimas que imposibilita – por su misma naturaleza inmiscible – llegar a un entendimiento digno y justo, a fin de lograr el final de la tragedia por la vía de una negociación transparente
3- Para que exista una solución pacífica es evidente queel grupo victimario tendría que ceder en los principios fundamentales que han animado su acción: el decir, abandonar el tutelaje cubano, dejar de tener el apoyo de una fuerza armada traidora, dar por terminada su visión de un país modelado a imagen y semejanza de las dictaduras socialistas del planeta, aceptar que sus miembros responsables de la debacle venezolana reciban su justo castigo y devolver sus dineros mal habidos. ¿Cuáles son las posibilidades reales de que ello suceda? Ninguna, a menos que las víctimas accedan a hacer concesiones que algunos ya están pidiendo, entregar principios y valores que son de sagrado cumplimiento para la gente de bien. No sería ético establecer garantías o impunidades para lograr “complacer y persuadir” a los victimarios de que se vayan en paz. Esta sería una negociación que nos rebajaría al nivel de la pandilla que ha destruido al país y nos empobrecería moralmente como pueblo.
4- Por lo dicho arriba no estaría de acuerdo, como parece proponerlo la propuesta, en ir a unas elecciones sin depurar el CNE, sin eliminar los mecanismos actuales, con la presencia de los mismos funcionarios del régimen victimario y con la participación en igualdad de condiciones de organizaciones políticas como el PSUV, organización cómplice de los inmensos crímenes que se han cometido en contra del país. Continuaríamos con el enemigo dentro del sistema y no creo justo aceptar una equivalencia moral entre víctimas y victimarios. Para tener las elecciones deseadas por todos es preciso que este régimen se vaya del poder y ya hemos visto que no sale del poder a menos que esté obligado a hacerlo.
5- La propuesta habla de rechazar cualquiera injerencia extranjera “indebida” en la tragedia venezolana, al mismo tiempo que “promueve la solidaridad con los países que apoyan la negociación”. Sería indispensable definir que se considera injerencia “indebida”. Hay injerencias diseñadas para acelerar el retorno de Venezuela a la democracia, como es el caso de la OEA, del grupo de Lima, de los Estados Unidos, Canadá y de la Unión Europea. Hay injerencias diseñadas para perpetuar al narco-régimen en el poder, como las de China, Rusia, Irán, Siria, Hezbollah y las FARC. Hay injerencias que equivalen a una colonización del país, como es el caso de la tutela cubana sobre Venezuela, lo que no ha sido claramente rechazado por muchos de los signatarios de la propuesta. ¿Cuáles serían las injerencias debidas y cuales las indebidas?
¿O serían todas indebidas, en base a la creencia de que el problema venezolano debe ser solucionado solamente por los venezolanos? Difiero de esta apreciación, ya que la masiva emigración de venezolanos víctimas de la barbarie hacia Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, ha pasado a ser un grave problema de seguridad para esos países, así como el tráfico de drogas promovido por el régimen forajido representa un grave problema para la comunidad regional.
6- La propuesta habla de “valorar la solidaridad de los países que apoyan la negociación”. Pero ¿cuáles son esos países? Si la propuesta se refiere a Uruguay y México, es necesario darse cuenta de que esos dos países apoyan una negociación como mecanismo de apoyo indirecto al régimen de Nicolás Maduro. Esos países no reconocen a Juan Guaidó como presidente interino. La postura de López Obrador, presidente de México, es abiertamente pro-dictaduras de izquierda y ha recibido apoyo del chavismo desde hace muchos años. La postura mexicana es más de complicidad con el régimen de Maduro, invitado por AMLO a su inauguración, que de solidaridad con el sufrido pueblo venezolano. La “solidaridad” uruguaya tiene otras raíce$$$$.
7- La propuesta aspira a incluir a venezolanos de las más diversas tendencias políticas, lo cual es conceptualmente loable. Sin embargo, en Venezuela no estamos enfrentados a un debate amistoso sobre si el helado de chocolate es mejor que el de fresa o entre los partidarios del Caracas o del Magallanes. Esta es una confrontación entre principios y valores esenciales por un lado y crueldad, incompetencia y corrupción por el otro. En ese terreno no es posible la amplitud que desea la propuesta.
Estoy consciente de que al negarme a apoyar esta propuesta me abro al cargo de estar promoviendo la violencia, la muerte, la matanza, lo cual es un argumento frecuentemente utilizado por quienes abogan por una negociación a lo Chamberlain. Algunos líderes nuestros, como Falcón y Rosales, han utilizado el lema de “O negociamos o nos matamos”. La misma propuesta habla de: “dirimir los conflictos sin aniquilarnos”. No creo que esta sea la disyuntiva. En los últimos 20 años han muerto violentamente, muchos de ellos a las manos del régimen, más de 300.000 venezolanos. Centenares de venezolanos han ido a prisión y sufrido torturas, millones de compatriotas están en huida, otros millones sufren de hambre y falta de atención médica. Esto es un genocidio. El pueblo venezolano está siendo aniquilado, mientras hablamos de negociar para no aniquilarnos.
Si este régimen no sale ya del poder Venezuela quedará destruida totalmente, en cuerpo y en espíritu. La rebelión es un camino digno, no representa ansia de violencia sino ansia de libertad. Una huelga general no mata gente, el régimen sí.
La propuesta que me han hecho llegar es respetable y le concedo a sus firmantes las mejores intenciones, pero no puedo firmarla por las razones aquí expuestas.