El papa Francisco llegó este martes a Macedonia del Norte, donde predicará la unidad en este pequeño país, mosaico de nacionalidades y confesiones, aunque con mayoría ortodoxa.
Ante los responsables locales, Francisco elogió el patrimonio y la “composición multiétnica y multireligiosa” de este pequeño país de 2,1 millones de habitantes, fruto, según el papa, de “una historia rica y, por qué no, también compleja de relaciones entretejidas en el curso de los siglos”.
El papa destacó también “el generoso esfuerzo realizado” por “parte de las autoridades” de Macedonia del Norte “con la valiosa contribución de varias organizaciones internacionales, Cruz Roja, Cáritas y algunas ONG, en acoger y socorrer a un gran número de migrantes y refugiados provenientes de diferentes países de Oriente Medio”.
El avión del papa Francisco llegó a las 08H15 (06H15 GMT) al aeropuerto de Skopje –la capital del país, cubierta de fotos del sumo pontífice sonriente– donde fue recibido por el presidente Gjorge Ivanov y el primer ministro Zoran Zaev.
Zoran Zaev es el artífice del reciente acuerdo con Grecia, que puso fin a un largo litigio entre los dos países.
Los católicos, una pequeña comunidad representada por menos del 1% de los 2,1 millones de habitantes del país, cuentan en cambio con la fuerza de la herencia de la Madre Teresa.
Nacida en 1910 en Skopie, entonces bajo tutela del Imperio Otomano, se convirtió en lo que el papa describió en un mensaje de video publicado previo a su visita como “una valiente misionera de la caridad de Cristo en el mundo, dando consuelo y dignidad a los más pobres entre los pobres”.
En Macedonia del Norte, al igual que en Bulgaria –la primera etapa de la visita del papa a los Balcanes el domingo y el lunes– los ortodoxos son mayoría, representados por alrededor de dos tercios de la población. El otro tercio lo componen los musulmanes, principalmente procedentes de la comunidad albanesa.
Pero independientemente de su confesión, los habitantes se apremiaron para recibir uno de los 15.000 boletos gratuitos distribuidos para la misa del papa en la plaza central, muy cerca del lugar en el que nació la Madre Teresa, cuya familia pertenecía a la minoría albanesa.
“Muchos de mis amigos van a ir. Muchos quieren un selfi con el papa”, cuenta sonriente Stefanija Veselovska, una ortodoxa de 25 años.
“Realmente quiero ver a ese tipo”, reconoce Abedin Arajdini, albanés musulmán de 26 años que consiguió un boleto. Para este ingeniero desempleado de Skopie, el papa inspira por su manera de “hablar de la pobreza”.
Macedonia del Norte es uno de los países más pobres de Europa, con un salario medio de alrededor de 400 euros y más de un tercio de los jóvenes sin empleo.
– División política –
En su mensaje de video, Francisco saluda la mezcla religiosa, cultural y étnica de Macedonia del Norte, donde, dijo, va a “sembrar [las] semillas” de la fraternidad.
“De hecho la particular belleza del rostro de su país se debe precisamente a la variedad de culturas y pertenencias étnicas y religiosas que lo habitan”, añade.
“La convivencia no siempre es fácil, ya lo sabemos. Pero es un esfuerzo que vale la pena hacer porque los mosaicos más hermosos son los más ricos en colores”.
Este mensaje de unidad del papa llega apenas unos meses después de que el país aceptara rebautizarse Macedonia del Norte, abandonando el simple Macedonia, para poner fin a un viejo litigio con la vecina Grecia.
El primer ministro Zoran Zaev, artesano de esta reconciliación y creyente practicante de confesión ortodoxa, considera que esta visita es especialmente simbólica “en la ciudad natal de santa Madre Teresa […], símbolo de reconciliación y solidaridad”.
El obispo de Macedonia del Norte, Kiro Stojanov, consideró esta visita un “poderoso impulso” para incitar a continuar con “la democratización de la sociedad” y promover justicia e igualdad.
Antes de su misa, el papa se reunirá con líderes políticos y religiosos del pequeño país.
También visitará el memorial dedicado a la Madre Teresa, quien abandonó Skopie a finales de los años 1920, antes de pasar la mayor parte de su vida en la ciudad india de Calcuta, donde estaba al servicio de los más pobres. Fue canonizada en 2016.
La huella en su país natal es profunda: hay estatuas, una ruta y avenidas con su nombre, ya sea “Majka Teresa” para los macedonios o “Nënë Tereza” para la minoría albanesa. AFP