Venezuela continúa en el limbo luego de una semana de conspiraciones intensas e interminables que han terminado radicalizando las acciones de Nicolás Maduro para sostenerse en el poder a toda costa, a fuerza de fuertes represiones pero sin mostrar ningún tipo de gobernabilidad.
A pesar de no haber sido derrocado, Maduro no puede evitar esa sensación de hundimiento ante los ojos del mundo, al perder toda credibilidad, confianza y maniobrabilidad, incluso de sus más cercanos aliados.
Las imágenes del pasado martes 30 de abril desde la base aérea de La Carlota del presidente interino Juan Guaidó junto a Leopoldo López, retrataron las grietas y desmontó el mito da una fuerza armada monolítica al servicio de la poderosa organización que detenta el poder en Venezuela.
Durante las primeras 12 horas no hubo un pronunciamiento oficial de Maduro con el alto mando, ni argumentos que explicaran la salida del preso político más relevante del chavismo por parte de los efectivos responsables de su custodia, que lo liberaron sin disparar una bala.
Las horas siguientes solo develaron un gobierno deslegitimado, cada vez más aterrado ante las certeras acusaciones que pesan en su contra por narcotráfico y terrorismo internacional.
El levantamiento considerado por muchos analistas como un fracaso de los jóvenes opositores, descubrió por el contrario un Maduro más ocupado en sobrevivir que de retomar su gobierno. Atrincherado desde un bunker, sin apoyo popular, Maduro no cuenta ni con apoyo popular civil ni militar. Las imágenes de soldados arrodillados a su paso clamando por su liderazgo, que intentó viralizar el oficialismo en redes sociales, no son más que milicianos a sueldo que se prestaron a la pieza de propaganda de emergencia.
Maduro no solo desconfía de su propio gabinete sino también de cercanos colaboradores como los generales Vladimir Padrino, ministro de la defensa, quien habría pedido a EEUU presidir la transición, el jefe de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), Rafael Iván Hernández Dala, y el presidente del TSJ, Maikel Moreno, quienes quedaron en evidencia ante las aseveraciones del asesor de Trump en materia de defensa, John Bolton, sobre su participación en las negociaciones con EEUU para entregar a Maduro o sacarlo del juego político. Su esposa y principal asesora Cilia Flores, salió en un avión ruso hasta Dominicana esa misma tarde, cuando ya se especulaba la huida de la pareja, según declaraciones aportadas por el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, quien agregó a través de su cuenta en Twitter que todo estaba listo para que Maduro abordara un avión ruso aparentemente con destino a Cuba o Dominicana, pero que una llamada desde el Kremlin alertó al dictador de abortar esta operación.
Rusia lo negó. Putin se reunió con Trump 24 horas después para discutir su salida de Venezuela. Hubo humo blanco. Rusia y China solo han mostrado interés por el pago de la deuda.
El entorno de Maduro se encuentra completamente penetrado según analistas y fuentes diplomáticas y militares que han declarado en los últimos días en los medios más importantes del mundo.
Si Maduro no conocía el infierno se le presentó personalmente con las acciones del pasado martes 30 de abril.
Ante el fracaso de las negociaciones se abre nuevamente la posibilidad de una injerencia militar que se hace cada vez más aceptada por los países y grupos que respaldan una separación de Maduro y su entorno del poder en Venezuela. Lo que está por verse, porque ante una salida de Maduro todavía queda desmontar el Estado chavista y los grupos paramilitares armados como los colectivos chavistas, el Hizbollah, las FARC y el ELN, que no será fácil.
@damasojimenez